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EN ESA DE RONCESVALLE S «Huye, Rey Carlo-Magno, con tus plumas negras y tu capa encarnada.» ¡Huye con tu pendón, rey Carlo-Magno, que el rico manto entre las zarzas dejas, mientras el viento en remolinos barre de tu casco real las plumas negras!... La fidelidad al original no le impide, como se ve, introducir felices amplificaciones. Gómez de Avellaneda admitía la autenticidad de la página traducida a sus endecasílabos y descubría los rasgos osiánicos de la que Menéndez y Pelayo ha calificado de «mediana falsificación ossiánica». La poetisa cubana anota el poema con estas palabras: «Este canto anónimo sobre el paso de Roncesvalles, que presenta todo el carácter de ser contemporáneo al hecho que refiere, prueba que el País Vasco tuvo también su Osián. La traductora ha procurado conservar su agreste y dramática belleza a tan notable poesía, que recuerda la escandinava y, en su concepto, nada tiene que envidiar a los mejores cantos de los scaldas» 66 . Por el trabajo de Jon Bilbao 67 podemos seguir el itinerario de la difu- sión del Canto de Altabiscar. A difundirlo en castellano debió de contribuir eficazmente José María de Goizueta al publicarlo en 1859 en las páginas de la revista «La América» 68 . Años antes había leído nuestro canto con agrado un poeta salmantino, del que dice Menéndez y Pelayo: «Ruiz Aguilera, que fue un excelente lírico, a quien todavía no se ha hecho bastante justicia, tiene en sus Ecos Nacionales una balada de Roncesvalles, con fecha de 1847. A pesar del estribillo Alda la hubisteis, franceses, se notan en ella más reminiscencias del falso Altabis- car que de los romances de Bernardo, aunque se le nombra y se le atribuye el triunfo» 69 . 66 Estando redactando estas páginas ha llegado a mis manos el tercer volumen del homenaje dedicado a don Manuel de Lecuona, Lekuona'tar Manuel Jaunaren omenezko idazkí-bUduma, Tolosa, 1977. El P. Jorge de RIEZU colabora con Lo canción del Rey Abarca, págs. 305-311. Al publicarla y estudiarla, se anotan de pasada algunos puntos de coinci- dencia y discrepancia con el Canto de Altabiscar. Por cierto, que en la comedia de Tirso de Molina, arriba citada, mentábamos también a Sancho Abarca. 67 Eusko Bibliographia, vol. I, San Sebastián, Auñamendi, 1970, págs. 119-120. 68 Complacida lo citaba FERNÁN CABALLERO en el prefacio a sus Cuentos y poesías populares andaluzas, BAE, tomo 140, pág. 64. 69 Estudios sobre el teatro de Lope de Vega, tomo III, pág. 195. Antes en la pá- gina 127, se había referido de propósito al Canto de Altabiscar. Anticipa literalmente lo que hemos tomado de la Antología. Advierte que "lo más notable es que el autor del canto, que era de Bayona, no sabía vascuence". [23] 57

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