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EN ESA DE RONCESVALLE S de pimiento sacerdote, guisar mohatras de reinos y potajes galalones!... 55 . Con su Valles Ronces recuerda Quevedo el romance viejo de Ronces- valles y le añade o lo llena de hechos de historia contemporánea. Con los doce Pares se mezcla el Trece, es decir, Luis XIII de Francia. El poeta pres- cinde de la rota de 778 y comenta hechos contemporáneos, del último perío- do de la guerra de los Treinta Años, más en concreto, de los años 1635-1636, hechos que ocurren lejos de los Pirineos 56 . Lo de vendepeines o buhoneros y amoladores refleja una de las ideas fijas de Quevedo, referida precisamente a la frontera noroccidental con Fran- cia. En otra de sus obras más famosas 57 nos cuenta: «Venían tres franceses por las montañas de Vizcaya a España: el uno con un carretoncillo de amolar tijeras y cuchillos por babador; el otro con dos corcovas de fuelles y rato- neras; y el tercero con un cajón de peines y alfileres. Topólos en lo más agrio de una cuesta, descansando, un español que pasaba a Francia a pie con su capa al hombro...». Y Quevedo, después de un diálogo áspero entre ellos, le hace decir al español: «Los demonios me están retentando de mata- ros a puñaladas y abernardarme y hacer Roncesvalles estos montes». Se aber- nardaría repitiendo las hazañas de Bernardo del Carpio. La Eminencia es el Cardenal Richelieu y «la púrpura que viste el Car- denal quisiera el autor vérsela trocada en pimientos y verle con ellos hacer una figura de obispete en una máscara... Llámale Galalón porque es el mayor traidor que ha tenido la Francia, y mayor traidor que el otro Galalón que 55 Obras Completas. Obras en verso, ed. Astrana Marín, Madrid, Aguilar, 1932. pá- gina 141. El editor, en el volumen de Obras en prosa, Madrid, Aguilar, 1941, pág. 1899, reproduce el fragmento de una carta de persona desconocida con una referencia a Que- vedo : "La jácara que ha compuesto el señor don Francisco de Quevedo contra franceses sigue otro diferente estilo y va con ésta". Se trata de La toma de Valles Ronces, que du- rante mucho tiempo se tuvo por apócrifa. No sé qué vida tenía la voz ronces en la len- gua hablada o escrita del tiempo de Quevedo. Como sinónimo de halagos ocurre en la tragedia Policiana, de Sebastián FERNÁNDEZ, NBAE, tomo 14, pág. 7a, donde dice Salucio a propósito de las mujeres: "Quieren ser tractadas como animales feroces, más con ronces e halagos que con vituperios c palos". Y medio siglo antes ocurre la misma pareja en Lo Celestina, de Fernando de ROJAS, aucto XV, "Clásicos Castellanos", tomo 23, pág. 142, donde dice Areusa: "Con tus ronces e halagos hasme robado cuanto tengo". En nota se añaden datos sobre la palabra. 56 En el mismo tomo de Obras en verso, pág. 1227, en el Comento a la sátira de Va- lles Ronces, el autor anónimo, contemporáneo, nos dice que Quevedo, "burlando de los, franceses, les acuerda la memorable rota que los españoles les dieron en los valles de Bazán y de Ezqua, junto al monasterio de Roncesvalles, y ahora les dice la caza de Valles Ronces". Como se ve, el comentador hace entrar en la antigua danza de Ronces- valles a baztaneses y aezcoanos. 57 La hora de iodos y ¡a Fortuna con seso, XXXI, volumen de prosa, págs. 291-293. [19] 5 3

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