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EN ESA DE RONCESVALLE S Han temblado los pinos y se ha coronado de encinas la cumbre del Pirineo. Agustín de Rojas 42 , en el elogio de la erre, cita «por fama los roble- dos de Corpes y Roncesvalles; y allí murió el más famoso francés que hubo que fue Roldan». Gustavo Adolfo Bécquer llega junto a la cruz de los peregrinos, a corta distancia del pueblo de Roncesvalles, «después de haber cruzado a pie las intrincadas sendas que conducen desde Burguete a Roncesvalles, serpenteando a lo largo de inmensos bosques de hayas»; y luego nos pinta «el Pirineo, con sus ásperas vertientes, sus peñascosas faldas cubiertas de bosques de abetos seculares y sus dentelladas crestas vestidas de eternas nieves». Al caer de la tarde sale de la población «con objeto de dar una vuelta por los contornos y recorrer la reducida llanura y los estrechos desfiladeros, teatro de la famosa rota de los franceses» 43 . La rota mentada por Bécquer trae a la memoria unos versos de Manuel Bretón de los Herreros, cuando en La manía de viajar, supone a su amigo y padrino el Marqués de Molins en París, o, al menos, en los atrios de Versalles, a fuer de buen patriota recordando la rota del francés en Roncesvalles 44 42 Viaje entretenido, NBAE, tomo 21, Madrid, 1915, pág. 566a. 43 Roncesvalles, págs. 645-646 y 652. Elíseo RECLUS escribía en 1867: "El paso de Roncesvalles que, bajo la fe de las leyendas, se representa desde luego como terrible garganta entre rocas a pico, es por el contrario, una cañada sinuosa y tranquila. El célebre monte de Altabiscar, que se eleva al este, es un largo espinazo donde las flores rosa de los helechos (sic) se mezclan al amarillo dorado de la retama y de los arbustos". Los Vascos. Un pueblo que se va, traducido en la "Revista Internacional de Estudios Vascos", 20 (1929), pág. 62. Los helechos de la traducción serán brezo pro- bablemente. El artículo original habia aparecido en la "Revue des Deux Mondes" del 1 de marzo de 1867. También estuvo en Roncesvalles Pío RAJNA y consignó sus observaciones topográficas rolandianas en Homenaje a Menéndez y Pelayo, tomo II, Madrid, 1899, págs. 383-395. La terrible garganta entre rocas cortadas a pico, de Reclus, apunta probablemente a la Vita Hludovici, del astrónomo lemosín, en quien la altura del monte toca al cielo, espanta con la aspereza de los peñascos, con la oscuridad de las selvas, con la angostura de la trocha. El texto latino puede verse en M. MENÉNDEZ Y PELAYO, Antología, tomo VI, pág. 161. El autor medieval recordaba sin duda y nos recuerda aquella hermosa página de Tito Livio sobre Aníbal en el paso de los Alpes. Don Pero LÓPEZ DE AYALA, en su Crónica del Rey Don Pedro, BAE, tomo 66, pág. 550, subraya la importancia del paso de Roncesvalles en un trance difícil para Navarra, puesta entre dos frentes: Pedro I y el Príncipe de Gales, por una parte; Enrique y los franceses, por otra. Dice el Canciller: "No habían otro paso tan bueno como por los puertos de Roncesvalles, que son en el reino de Navarra, e son de tal manera que no se podrían pasar contra voluntad de los que estuviesen de esta otra parte en Navarra". Ese es uno de los pasos aprovechados cuando la invasión francesa en febrero de 1808. Francisco SÁNCHEZ BARBERO, al cantar La invasión fran- cesa en 1808, BAE, tomo 63, pág. 569b, entre recuerdos de Numancia, Sagunto y el musulmán, más el Nuevo Mundo encadenado a su mando, canta a la patria que confunde al gran conquistador de Roncesvalles. 44 Obras, tomo V, Madrid, 1884, pág. 90. Más adelante, en el poema jocoserio Lo Desvergüenza, pág. 452, vuelven a consonar Versalles y Roncesvalles. [15] 49

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