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En esa de Roncesvalles Es bien conocido aquel pasaje del Quijote (II, 9) en que el ingenioso hidalgo y su escudero entran de noche en El Toboso en busca del alcázar o palacios de la sin par princesa doña Dulcinea. Conocido es también el desenlace del breve capítulo. Lo precipita el labrador que ha madrugado antes del día y va a su labranza con las dos mulas y el arado. El labrador viene cantando aquel romance que dice: Mala la hubistes, franceses, en esa de Roncesvalles. Los lectores de la obra maestra de la literatura castellana saben que no es ese el único pasaje en que Cervantes recuerda el nombre de la célebre batalla del 15 de agosto de 778. Sin contar los lugares en que trae a cola- ción hechos o personajes del ciclo carolingio sin mentar Roncesvalles. En Sierra Morena (I, 26), al tiempo de las vacilaciones sobre cuál sería mejor y le estaría más a cuento, imitar a Roldán en las locuras desaforadas que hizo, o a Amadís en las melancólicas, don Quijote da de lado a Roldan alegando que «era encantado y no le podía matar nadie, si no era metiéndole un alfiler de a blanca por la planta del pie y él traía siempre los zapatos con siete suelas de hierro. Aunque no le valieron tretas con Bernardo del Carpio, que se las entendió y le ahogó entre los brazos en Roncesvalles 1 . Después de la aventura de la cueva de Montesinos, supone Sancho Pan- za (II, 23) que el puñal mentado por su amo, debía de ser de Ramón de Hoces, el Sevillano, y don Quijote le replica que «no sería de ese puñalero, porque Ramón de Hoces fue ayer, y lo de Roncesvalles, donde aconteció esta desgracia, ha muchos años». 1 El texto dice "punta del pie", pero lo consideran simple errata. Planta del pie se nos dirá en el pasaje paralelo del palacio de los duques (II, 32), cuando don Qui- jote vuelva a referirse al "famoso Roldán, uno de los doce Pares de Francia, de quien se cuenta que no podía ser ferido sino por la planta del pie izquierdo, y que esto había de ser con la punta de un alfiler gordo y no con otra suerte de arma alguna; y así, cuando Bernardo del Carpio le mató en Roncesvalles, viendo que no le podía llagar con fierro, le levantó del suelo entre los brazos y le ahogó". Agradezco a mi hermano, el P. Heliodoro de Legarda, la valiosa ayuda que me ha prestado compulsando buen número de citas. [1] 35
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