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el convento de Madrid, do'nde no somos más que diez padres, damos de comer diari amente a unas ochenta personas, algunas de las cuales se han visto en otro tiempo en posición desahogada. ¡Habría tanto que decir, pero no hay tiempo para ello!" ("Epistolario orientador", página 602.) En años posteriores al 31, los chispazos, la destrucción , las huel– gas y asesinatos de personas indefenssas se sucedieron con tal fre– cuencia, que mantuvieron el pánico habitual en los corazones de ]os moradores pacíficos, Pasmo y admiración causaba en religiosos y se– gla res el que aquéllos aún permanecieran en sus conventos, Llegó por fin el mes de octubre de l 934, CO'n la revolución de Asturias, que causó muchas víctimas y asesinatos de católicos ejemplares, de vene– rables sace rdotes y de no pocos religiosos. A este propósito escribía a sus padres, residentes en Bilbao, el 17 de octubre del año que rememoramos, un religioso, más tarde tam– bién martirizado en Madrid, lo siguiente : "Como sabéis, desde el 5 hasta el 14 hemos estado en ejercicios. El día que entramos en ellos y tres o cuatro días más, Madrid se semejaba a un Mallavia (puebleci– llo de Vizcaya) o cosa parecida. No se oían los acostumbrados y sim– páticos sonidos de bocinas, ni el run-run de los tranvías ni el vocear de los vendedores ambulantes, etc. Por las tardes se cerraban las ¡n,ertas de la iglesia (de Jesús), pues la gente brillaba por su ausencia. De día y de noche el tiroteo erai continuo y, por cierto, no muy lejano. ¿Temor?... ¿Temb lor?... Nada de eso. Reunidos los religiosos en torno e;[ Divino Prisionero cabe el Sagrario , orábamos y nos ofrecíamos gus– tosos a lo que el Señor dispusiera de nosotros." Este era el ánimo de los religiosos ante los inminentes peligros que les amenazaban. La cuestión religiosa en España cada día se agravaba, ocasionando a los superiores muy profundas preocupaciones y graves responsabili– dades se cernían sobre ellos, y como el Padre Fernando era Definidor y Secretario Provincial por el año de 1934, sobre él recaía buena parte de esas preocupaciones y trabajos y, e'ntre otros, viajar a Por– tugal para ver la posibilidad de trasladar allá a algunos religiosos y colegiales, si caso perentorio lo requería y eran realizables los pro– yectos acordados. - 72 -

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