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XV RELIGlO,SO EJEMPLAR Y PERFECTO El Padre Fernando, ya de seglar, como dejamos apuntado, fue un joven piadoso, devoto, sólidamente fervoroso, de comunión muy fre– cuente, dado a las obras de caridad, especialmente siendo miembro activo en las Conferencias de San Vicente de Paul, en el Círculo Ca– tólico, en la Escuela nocturna y en las Congrecacio•nes piadosas esta– blecidas en Pontevedra, y asimismo como miembro también activo de la Venerable Orden Tercera de San Francisco. Ahora nos toca trazar su fisonomía devota dentro de la Orden Capuchina. Acá y allá, en páginas anteriores, hemos visto las ansias que tenía del recogimiento, del retiro, del aislamiento, de la soledad, para tratar íntimamente con el Señor. Las pequeñas vacaciones otorgadas al Padre Fernando las aprovechaba él para hacer ejercicios espirituales y para practicar la vida de quietud interior favorecida por el siJe·ncio y apartamiento de todo ruido mundanal. Siendo profesor de segundo de latín y de música práctica en el Colegio Seráfico de El Pardo, jamás se le vio cometer una acción menos edificante ni siquiera de las que suelen atribuirse a mera fra– gilidad humana o a inadvertencia. Por el contrario, todo en él edifi– caba. Cuando sus discípulos ponían alguna vez a prueba su paciencia, por aquello de que chiquillos, el Padre Fernando llamaba la atención del inquieto con dignísima gravedad, pero sin alterarse lo más mfoi– mo ni perder el completo control de sí mismo. Unicamente se rubo- -63 -

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