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(¡parece un sueíio.'), y ha muerto así porque Dios lo ha querido. Y ante esta voluntad omnipotente y misericordiosa, que no busca en todas las cosas otro resultado que nuestro mayor bien, la voluntad humana no sólo se somete, sino que se resigna plename111te , conforme con los inescrutables designz'os de la divina Providencia .. . A través de la distancia que nos separa tomo vivísima parte en el dolor que aflige a usted, querida madre, a la pobre Marina, a todos y a cada uno de vosotros, y 110 dejaré de encomendar al Señor el alma del finado en mis pobres oraciones y en el Santo Sacrificio de la Misa . El principal consuelo son las virtudes del pobre Leandro, que se trans– parentaban alÍn en su última carta, y por las cuales espero que el Seiior habrá tenido misericordia, aun en el caso que no haya podido recibir los santos sacramentos. Decíame él en su carta última del cinco del corriente que llevaba ya recorrida más de la mitad de la vida. ¡Quién hubiera pensado que se queda muy corto en sus cálculos! ... Afectuosos saludos al tío y a la familia y amigos, unidos todos en el mismo sentimiento de dolor, y roguemos al Señor que nos conceda la gracia de dar bien este paso del tiempo a la eternidad, como lo desea su cariñoso hijo y hermano que muy de corazón les ama en Dios y para Dios, Fray Fernando María." ("Epistolario orientador", página 396.) El Padre Fernando deseaba con ansias muy explicables recibir no– ticias completas del fallecimiento de su hermano don Leandro. Fue su hermano y ahijado don José quien le satisfizo e'n parte, pero no como él deseaba, indudablemente porque todavía, como el rest o de la familia , estaba bajo la dolorosa impresión del suceso . El Padre Fernando contesta a la carta recibida manifestando el deseo de no– tici as más amplias y completas de la muerte de su hermano Lean– dro , pues desde Roma escribe el día 8 de octubre : "Queridísimo Pepe: Al fin llegó ayer tu tan deseada carta con detalles del trágico suceso que tan,to nos aflige. De modo que he estado quince días sin conocer otros detalles que los del telegrama y la esquela de defun– ción; lo cual ya comprenderás que ha sido para mí no pequeña mor– tificación . Supongo que habréis recibido un telegrama de pésame ex– pedido el veinticuatro. Pero de periódicos y recortes no ha llegado a - 49 -

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