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rncone las heridas de s1.1 corazún hablcíndole de su cariíio, su hijo Fernando." ("Epistolario orientador", págs. 32-34.) La tempestad levantada en el corazón de don Fernando Olmedo Ortega no se calmó tan rápidamente como lo deseaba su hijo; pero poco a poco venció la reflexión se rena y sobrenatural, triunfando Fer– nando defi'nitivamente, quien pasados varios meses de postulantado vistió la librea se ráfica el 15 de febrero de J 90 J, iniciando así el año de prueba, tanto para el no\'icio como para la Orden que le re– cibe. En la vestición cambió el nombre de Fernando Olmedo Reguera por el de Fray Fernando María de Sa·ntiago. Han pasado diez meses y ya el novel novicio puede comunicar a sus seres queridos que la Comunidad del convento de Lecároz Je ha consignado todos los votos favorables para que haga la profesión simple, acto que tuvo lugar el 15 de febrero de 1902, asistiendo a la ceremonia su herma·no Ma riano y el doctor don José Losada Mi– chelena. - 37-

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