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como modelos, y no quiera Dios que tenga el pesar de ver frustradas tan buenas esperanzas. No lo puedo esperar de tu buen criterio. Reflexiona sobre ello y abandona tu idea, pues ya sabes que todo mi gusto es complaceros, pero no en aquello que pueda perjudicar mi conciencia. Siempre tengo presente un dicho de tu abuela, que con frecuencia nos repetía : "Que Dios habrá de pedir cuenta muy estrecha de los actos de sus hijos, y así que prefería llorarlos muertos que perver– tidos." Lo mismo digo yo, y eso que prefiero más vuestra vida y vuestra felicidad que la mía. ¡Ah, hijo mío querido! , sé bueno como lo has sido siempre, y desecha tal idea. Y si te causa contrariedad este caprichito, ofrecéselo a Dios, que El sabrá recompensártelo, y nosotros tampoco te privaremos nunca de distracciones que te sean favorables; todo cuanto podamos conce– derte, se te dará, siempre que no sea en perjuicio de tu buen nombre, que es también el nuestro. Espera con ansia tu contestación tu madre que te abraza de co– razón.-ELISA." (Rubricado.) "Querido Fernando : Suscribo Jo que te dice tu madre, y si bien en mi anterior te dejaba tácitamente árbitro de hacer lo que te pare– ciera, y después de oído el parecer de don Andrés, hoy, en vista de lo que dice tu tío, y de haber reflexionado sobre el particular, te acon– sejo que desistas de tu proyecto, y cuando vengas a vacaciones, ya hablaremos." (Estas últimas palabras son de don Fernando Olmedo Ortega, padre de Fernando.) "Yo, José Olmedo Reguera , hermano del Siervo de Dios P. Fernan– do de Santiago, Mártir Capuchino, cuyo proceso de beatificación se halla actualmente en la Sagrada Congreg<Jción de Ritos, enterado de la carta, fecha 21 de noviembre de 1890, que se acompaña, escrita por nuestra madre doña Elisa Reguera Estévez de Olmedo, que dirige a -16-

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