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E. ZunAIRE Por lo menos desde ese convenio de 1603 se prohibe todo carnereamiento, so pena de diez ducados, la mitad para el dueño «del puerco carnereado»; y asimismo que nadie, ni los guardamontes, sino solamente los nombrados para el caso, pueda realizar prendamiento de ganado, so la misma pena, «la mitad para el dueño de tal ganado prendado y la otra mitad para los pobres del pue– blo de donde fuere el tal ganado». «Item fue acordado que no pueda cortarse ningún género de árboles en los términos del otro, so pena de dos ducados por pie de roble, un ducado por cada pie de aya y seis reales por cada pie de ace– bo». Novedad esta que, como la limosna a los pobres, pudo inspirar la villa de Echalar; pues la preocupación que Baztán muestre por su riqueza forestal no ha de ser anterior a esta fecha, en que se supone se redactaron sus primeras Ordenanzas, cuyo paradero está por averiguarse. No la manifestó al menos en convenios antecedentes. Y lo de los pobres se repetirá con Vera-Echalar. Entre otorgamientos de facerías y negación de ellas, tal cual trallazo de mal humor. En 1775 habían expirado las últimas facerías concertadas para diez años por Echalar y Baztán. El alcalde del Valle, Miguel Fernando de Dutari ~ Yrigoyen, comunicó al de Echalar su extrañeza por la resistencia de la villa a renovarlas y por su negativa a devolver a Pedro Marrorena, zapatero de Ariz– cun, el rebaño que le apresaron, no obstante haber ofrecido el pago de Ja multa estipulada. Baztán, por su parte, había ya nombrado en Junta General sus compromisarios; que Echalar hiciera otro tanto para dar tiempo de armo– nizar pareceres; y el día de la reunión «no habría otro quehacer que pasar un día de campo y reducir todo a escritura». Responde Echalar con anuencia condicionada: que se le indemnice de los perjuicios que en su reciente plantío causó el ganado baztanés y que se excluya de los beneficios de la facería a los habitantes del Valle que, de 20 años a esta parte, hubieran construido bordas en las proximidades de Echalar, por los daños que se seguían (en la compascuidad) a los vecinos de la villa que las tenían levantadas junto a los términos del Valle. Conviene Baztán en todo, ~alvo que «el Valle no tiene capacidad para excluir a ninguno de sus vecinos y congozantes de lo acordado en faceríasii 139 • Echalar ofrece entonces un sim– ple arreglamiento de prendarias. Y Baztán, en Junta General de 27 de diciem– bre de 1776, renueva sus poderes al alcalde del Valle y jurados de Azpilcueta y Lecároz, designados en la Junta General de 18 de abril de 1775, para que puedan concertar sea una facería, sea una negación y sustitución de ella. Vuel– ven a cruzarse floretazos entre los dos alcaldes: si el de Baztán (D. Juan de Iturralde, señor del palacio de cabo de armería de Aroztegui, en Lecároz) se queja de la exorbitancia cometida con Juan Miguel Gamiochipi de Azpilcueta (casa y borda de Marintocena), replica el de Echalar, Alejandro de Arburua, que no cree exceso exigir 2 reales fuertes por cabeza de las 78 que se le apre– saron, puesto que el jurado de Azpilcueta no hnbía tenido empacho en re– clamar 3 pesetas por vacuno a cierto vecino de Echalar; «conque la Justicia, llegado el caso, nos oirá a todos y no creo que a esta Villa le haga pechero (bote de lanza por hidalguías) ni limite a su Alcalde y reximiento las facultades que tiene». 139 Elizondo, 20 de septiembre de 1776. Los apoderados y personas autorizadas por la Junta General del Valle de Baztán responden a las proposiciones de Echalar. A. Echalar, "Valle y Universidad de Baztan, Villa de Echalar, 23 de Julio de 1778" (título de la carp.'). 206 [ 82 J

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