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F ACERÍAS DE LA CUENCA BAZTÁN-BIDASOA En una de las reyertas ruidosas con BaYgorry, por raz6n de los montes de Alduyde, cuando los comisarios de ambas Majestades -Católica y Crístia– nísima- preparaban las Capitulaciones Reales de 1614, se respondi6 a la agre– si6n de los baigorrianos con el incendio de la tablaz6n que en aquellos montes tenían apilada. Disculp6se el alcalde, D. Sancho de ltúrbide, ante el escribano 1eal, D. Sancho Satrústegui, de la que se juzgaba culpable desobediencia a las órdenes pacifistas del Rey, arguyendo que él no había dado consigna de ata– que; que si el Alférez Melgar, a cuya guarda estaban los puestos de Maya y Errazu, había intervenido en el incendio, fue únicamente con sus soldados, mas no con gentes de Baztán, que nunca le habrían obedecido; porque los del Valle no reconocían otro capitán que a su alcalde; «y, como dicho tiene, sin su orden no se atrevieran a hacer cosa ninguna ni le obedecieran al dicho Alférez». Y con su alcalde concuerdan los testigos convocados por el escribano: «que ellos solamente a su Alcalde, D. Sancho de Yturbide, que es su Capitán, obedecerán, mas no al Alférez Melgar, que está en guarda de los puestos de Maya, que está fuera de la Valle de Baztán» 118 • Y como su capitán dirigirá el alcalde del Valle todas las expediciones militares que, bandera en alto con el escudo y blasón de axedrez, cajas y demás instrumentos de guerra, emprendan los baztaneses en cuantas ocasiones se ofrecieren, así en las incursiones por los Alduydes como en la «interpresa pirenaica». Cada alarde militar, que, a tenor de las Ordenanzas viejas, debiera ser anual por lo menos, costaba al Valle más de 150 ducados, según declararon en la suplicaci6n a Felipe IV. Por eso roga– ban al monarca que, además de eximirles de la alcabala y de concederles de– terminados arriendos, por los gastos hechos en su servicio, fuera su alcalde «también capitán y gobernador en lo político y militar, para siempre», como lo había sido hasta entonces; y que se le convocara a Cortes generales, en las que se celebraban en este Reino\. «con assiento, voz y boto, en el Brazo de las Universidades» 119 • Esa ausencia parlamentaria del alcalde puede explicarnos por qué se pre– firieron para el cargo los palacianos de cabo de armería, privilegjados con voto en Cortes; y puede contribuir a matizar la proyecci6n de la hidalguía baztanesa. El cargo debió de ser, hasta el siglo XVII, vitalicio, aunque a todos, ex– cepto a uno de los Sancho de Yturbide, señ.or del solar y palacio de Yturbide, se les dé el apelativo de «alcalde ordinario de la (hermandad)' de la tierra de Baztán» : Miguel Périz de Iturbide (1437), Martín Périz de Yrigoyen (1443), Juan García, señor de Jaureguízar (1482 y 1505), Juan de Iturbide (1519), San– cho de Iturbide (1531 y 1547); y otro Sancho de Yturbide (1584, 1587, 1592}, «cuyo es el solar y palacio de Yturbide, alcalde perpetuo de Baztán» 120 • En 118 "Declaraciones de testigos en Irurita, por el esno. real D. Sancho Satrústegui, sobre los montes de Alduides. 1613). (Copia simpde). AB., carp. BAIGORRY. 119 Baztán a Felipe IV: "En 22 de agosto de 1637..." A. B., carp. Q. R. (3}. Las Ordenanzas de 1696, en su cap, LII, disponían que el Alcalde y Capitán a guerra del Valle debía hacer cada año "alarde, muestra y reconocimiento de armas" para estar siem– pre prontos y hábiles al servicio de S. M. y defensa de la Patria. Reiteración sin duda de las Ordenanzas de 1603 y reflejo de una vieja tradición. 120 Las cifras que hemos agregado a cada nombre propio no son, como puede fácil– mente barruntarse, las de su nombramiento, sino las de Juntas Generales y sentencias arbi- trales en que figuran como alcaldes. · [ 69] 193

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