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Me parece que es posible decir que la genialidad de ella -el mérito hay que dárselo sobre todo a Fray Bernardino de Astí, autor de las Constituciones de 1536- radica en sus afirmaciones de fe y en las exhortaciones a vivir según el Espíritu. Puede ser conside– rada por tanto sólo con fe viva y practicada con un libre y sincero amor por el ideal que ella revela. ·· La Iglesia, aprobando nuestras nuevas Constituciones las pro– pone como pautas directivas de vida para ser auténticos Capuchi– nos. Si sabemos cumplirlas con amor de hijos, podremós-realizar en nosotros el prototipo de santidad típico de nuestro carisma. Art. II: Nuestra vida en la Iglesia (8-13) El artículo segundo bajo el título "Nuestra vida en la Iglesia", tiene su origen en la realidad misma de la Iglesia, pueblo de Dios peregrino por el mundo, instrumento de salvación y de unión con Dios y con los hombres ypresenta el lugarque en ella ocupa nuestra familia capuchina. l. Palabra autorizada de la Iglesia. En la Iglesia, enriquecida por el Espíritu Santo con dones y carismas necesarios para su edificación y renovación, San Francis– co ha suscitado y dado consistencia a una Fraternidad religiosa, con total sumisión a la jerarquía eclesiástica, que ha aprobado y tutelado esta forma de vida. Importante, aunque pueda aparecer como una alusión histórica, es la referencia a la fundación de nuestra Orden Capuchina reconocida por la Iglesia y en la Iglesia y aprobada con la Bula "Religionis Zelus" del Papa Clemente VII en 1528 34 • El estado religioso, "aunque no pertenezca a la estructura jerárquica de la Iglesia, pertenece, sin género de duda, a su vida y 34 Cfr Const 8,3. 32

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