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reflexión. No necesito más, hijo; conozco a Cristo pobre y cruci– ficado!" 9 • Es lo que se reafirma en las Const. 1,5-6, donde se habla no sólo del conocimiento del Evangelio, sino del crecimiento en Cristo, siguiendo el Evangelio como ley suprema de vida. El Evangelio debe inspirar y guiar nuestras opciones personales y también, según el Evangelio, deben realizarse las opciones a nivel de comunidad, de provincia, de Orden. El Concilio Vaticano II, al invitar a todos los religiosos a la renovación, les exhorta así: "Siendo la norma fundamental de la vida religiosa el seguimiento de Cristo tal como lo propone el Evangelio, esta norma ha de ser considerada por todos los institutos comosureglasuprema" 10 • Y: "Estamismaformadevidaimitamás de cerca y hace presente continuamente en la Iglesia aquella for– ma de vida que escogió el Hijo de Dios al venir al mundo para ha– cer la voluntad de Dios y que propuso a los discípulos que le seguían" 11 ; más todavía: "Los religiosos han de procurar con empeño que la Iglesia, por medio de ellos, muestre cada vez mejor a Cristo a creyentes y no creyentes: Cristo en oración en el monte, o anunciando a las gentes el Reino de Dios, curando a los enfermos y lisiados, convirtiendo a los pecadores a una vida mejor, bendi– ciendo a los niños, haciendo el bien a todos, obediente siempre a la voluntad del Padre que lo envió" 12 • Y aunque todos los religiosos deben considerar el Evangelio como regla suprema de su vida, y todos deben seguir el estado de vida abrazado por Jesús y presentar a Jesús al mundo, sin embargo cada institutotiene su propio carisma y, por tanto, su modo peculiar de seguir a Cristo y de presentarlo al mundo. Nuestras Constituciones clarifican y determinan después cuál 9 2C 71,105; FF 692. 10 PC2. 11 LG 44; 12 LG46. 24

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