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te, sino que, como afirma San Francisco, es fruto de la inspiración divina. Afirmaciones éstas que repetirán los biógrafos de San Francisco quedando como fundamento de la espiritualidad franciscana. San Buenaventura recuerda a propósito de la primera Regla: "Viendo el Siervo de Cristo que poco a poco iba creciendo el número de los hermanos, escribió con palabras sencillas, para sí y para todos los suyos, una pequeña forma de vida, en la que puso como fundamento inquebrantable la observancia del santo evange– lio, e insertó otras pocas cosas que parecían necesarias para un modo uniforme de vida" 5 • Idéntico desarrollo ha seguido la regla de 1221 y la definitiva de 1223, como aparece claro también en la Leyenda mayor de San Buenaventura 6 • Semejante afirmación viene siendo muy discutida por la crítica histórica; sin embargo, podemos hacer una importante constatación: la Regla I, en sus 23 capítulos, contiene 112 citas bíblicas; la Regla II, reducida a 12 capítulos, contiene sólo 15. Se puede por consiguiente decir, sin temor a equivocarse que las "diminutas partículas" se han convertido en una sola hostia y que las palabras del Evangelio esparcidas abundantemente en la Regla de 1221 han quedado condensadas en la de 1223, en un texto más breve y conciso, pero manteniendo aún un "sentido del Evangelio" muy profundo. Tampoco se debe olvidar que el Evangelio es también el comienzo efectivo de la fraternidad franciscana. Dice el libro de Los Tres Compañeros que Bernardo y Pedro, después de haber escuchado la lectura del texto evangélico junto a Francisco, "desde entonces vivieron unidos según la forma del Santo Evangelio que el Señor les había manifestado. Por eso, el bienaventurado Francis- 5 LM 3,8; FF 1061. 6 Cfr LM 4,11; FF 1082-1085. 21

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