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ANSELMODE LEGARDA rogó desistiese de ser su rival. No lo tolera Isabel, da alientos a don Lope con su belleza, hasta que una noche, al salir de ronda el rey, descubre la escala colocada por don Lope en el balcón de Isabel y, «volcán de celos», hace prender a su primo. Y sirviéndole de cárcel la fuerza más enriscada que en la cerviz arrogante de aquellos ásperos montes cierra el paso a Roncesvalles, preso, en efecto, y huyendo la dama a Francia, amistades vio don Lope quebradizas que juzgaba incontrastables... Los aduladores aumentan el enojo del rey, y don Sancho, porque acaben de una vez celos y envidia, resuelve dar muerte al enamorado de Isabel. Fracasa su proyecto porque amigos de don Lope le dan aviso y, para librarlo de tal riesgo, lo descuelgan por el muro a fin de que abandone aquel sitio y aquel reino. Vengóse el rey con quitarle los estados y opinión; y hay en León quien se alabe de haberle visto en Asturias, puesto que en toscos disfraces. El parlamento inicial va en boca de Tello, a quien escucha el conde Melendo, deudo y amigo de don Lope, el que presuntamente se oculta en Asturias. Peligra que ahora Ordoño intente venir a certificarse si es verdad, porque desea con el navarro hacer paces entregándole a don Lope. El conde Melendo dificulta que don Lope haya huido a Asturias: Con más breve distancia que las Asturias se divide Francia de Navarra y Pamplona que a semejantes fugas ocasiona. A pesar de la incredulidad de Melendo, encontramos a don Lope no lejos de Oviedo en extraña situación: olvidado de Isabel, pretendida por el rey de Pamplona, y prendado de doña Elvira, adorada por Ordoño. Le señalan el peligro (425a): A doña Isabel navarra adorabas de tal modo que diste en tierra con todo, discreta, noble y bizarra; 136 [6]
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