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NAVARRA EN EL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA Los peligros de la pretensión de Enrique quedan patentes en el informe que don Gonzalo de Extremadura presenta al Rey contra el infante (127b): Con la infanta, mi señora, celebrar bodas pretende, como es vuestra sucesora, porque heredaros entiende viéndoos sin hijo agora. Y si sus hermanos son de Navarra y Aragón reyes, gran señor, ¿quién duda que, pidiéndoles ayuda, nos pongan en confusión? A pesar de todo, parece que la infanta Catalina se inclina por Enrique. De ahí que le duela su situación en aquel momento (136a): ¿Qué dirá el Rey de Aragón y el de Navarra, Padilla, viendo a su hermano en prisión, y que así el Rey de Castilla le atribuya tal traición? Juan II no participa de la compasión de su hermana y, al disponerse a salir a recibir a Salamanca al rey Alfonso V de Portugal (1438-1481), da una orden terminante (138ab): Lleven preso allá al Infante, porque, en presencia del Rey, con el rigor de la ley le dé el castigo bastante; y pidan satisfacción sus hermanos, que las barras y las cadenas navarras temblarán de mi león. Al fin de la comedia se descubre una maraña de traiciones, pero Enrique vuelve a la gracia real. Dice Juan II (174b): Demos, Enrique, la vuelta a mi corte, donde os hagan recibimientos festivos; y de Aragón y Navarra los Reyes a alegrar vengan bodas de nobleza tanta; que al viejo conde de Urgel restituirán a mi instancia los estados que ha perdido, pues ya sus desdichas pasan. [13] 143

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