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noveno día hay que quemar todo lo que resta: migajas, gotas de vino, cinta; todo, en una palabra. Durante el tratamiento puede tomar el enfermo lo que quiera como bebida. Pero la comida ha de ser de vigilia limpia. El remedio se ha de tomar en ayunas. Y además, como me decía una parienta mía, casera do- nostiarra, interrogada sobre el caso: se ha de celebrar una misa con esti- pendio recogido de limosna. Las tres primeras personas limosneras han de - ser viudas, y las tres rezar el rosario. Peregrinos modos de curación, mues- tra de las creencias populares. Lo indicado en esta lectura nos da a conocer un aspecto poco estu- diado, creo yo, de nuestro pueblo. Como en todos los del mundo, en el vasco ha cuajado la superstición. Pero no creo que en él se haya afincado ni más ni menos que en otros europeos, de los llamados civilizados. Nos interesa estudiarlo en este aspecto, porque seguramente en mani- - festaciones como las expuestas hallaremos supervivencias de prácticas gen- tílicas, que, a pesar de los años, no desaparecen, aunque poco a poco vayan menguando. No ha mucho tomaba yo datos de una de esas curanderas po- pulares, cuyo radio de acción es muy extenso. Al interrogarle sobre estas prácticas, sobre estos modos de curar zingirios, etc., me decía: Ahora curan con remedios; y, según he sabido, dicha curandera los trae de Francia y Alemania. Ori eztugu eiten orai; sobera luzea da. Orairz erremediuak ematen ditugu Deber nuestro es estudiar estas manifestaciones populares para dibu- jar con exactitud el perfil espiritual de nuestro pueblo; y quizá también para restaurar algunas de sus oraciones y prácticas religiosas. Ahora ya no hacemos eso; es demasiado largo. Ahora empleamos remedios ( medi- [ cinas ) He dicho. P. JosÉ ANTONIO DE DONOSTIA

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