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P. JosÉ ANTONIO DE DONOSTIA poco me costó hacer hablar a una anciana de Elizondo, que conocía algunas de estas prácticas. Os diré dos o tres de mis descubrimientos, y así terminaré mi charla. Mi comunicante era Ramona Etxandi, que aprendió estas prácticas de su madre, y ésta de la suya. Ramona Etxandi tenía 89 años el 23 de no- viembre de 1922, fecha de mi entrevista con ella. Oíd una peregrina invención para curar la ictericia. Se la brindo a los médicós aquí presentes. En una manzana, o en el pan, se ponen piojos vivos. Han de ser cinco, cogidos en cabeza limpia y sin enfermedad. Es preciso tragar esos animali- tos. Si no bastan cinco, la segunda vez se toman siete. ¿Por qué tan extraña golosina? Porque, dicen, con la ictericia se forma en el hígado una tela, y los animalillos se la comen. Contra el mal de ojos, en un pedacito de papel se ponen, en vez de las belawonas (hierbabuena), nueve granitos de trigo bendecidos. Con ellos se signa el ojo dolorido, diciendo: Zingirio da Sdomon, etc. Y al llegar el momento de las oraciones, se dice: Padre nuestro y Gloria. Aconsejan acudir al conjuro apenas sentirse los dolores. Habéis oído hablar de la hidropesía; pero a buen seguro no os habrá ocurrido que sea una Santa. Para los curanderos sí que lo es. La anciana de quien os hablé antes me daba la siguiente receta para curar dicha enfer- medad: Se toma3una cinta de color rosa y se la sujeta a la cintura cómo- damente, ni floja ni prieta. Ha de ser bendita. Se toma después un licor, v. gr., vino rancio, con rosquillas; y se acuesta la persona. (Algunas veces no lo hacen). En nueve días ha de comerse todo eso, pero teniendo sumo cuidado de no desperdiciar nada, ni una gota de vino, ni una migaja de las rosquillas: es condición esencial. De ese alimento se ha de tomar una sola vez al día, cuidando de hacerle durar los nueve días, sin que nada sobre. Antes de comer tal remedio, se persigna el paciente y reza siete credos. Y antes de recitarlos se dice: Santa Lutzia, begietako bixta kortserba diozazu, konbeni bazaio. Santa Lucía, consérvale la vista si le conviene. Y así durante el novenario. Me decía la curandera que ya a los dos o tres días comienza a disminuir la hinchazón; la cinta va descendiendo. Al San Intrufizian izenian zazpi kredo. En nombre de Santa Intruficia, siete credos.

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