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No sólo en Usurbil, también en Ulzama se la conoce. En los caseríos de Mendaro, Guetaria, etc., llaman a la luna Illargi Santua. En Zizurkil, al ver la luna llena, hay costumbre de decir lo que sigue: Oi zein illargi ederra! Begi ederra, Jaungoikoak bereinka zaitzala. iOh, qué luna hermosa! Ojos hermosos; que Dios te bendiga. Y se dice por tres veces seguidas el Gloria. Del culto a la luna nos habla Teófilo Braga en su obra O Povo Por- tuguéz. Tratando de este punto, cita el Libro del Congreso de Antropolo- gía, de 1880, que dice: «Un hecho curioso se ha notado en la lengua vasca, que parece autorizar la creencia de que aquellos que legaron su len- gua a los vascos tuvieron un culto lunar». Y de la persistencia todavía reciente del culto a la luna tenga reco- gido algún dato. Una criada de parientes míos, natural de Ituren, al entrar a servir en la casa fue preguntada si rezasa, si era buena cristiana. Teresa, que así se llamaba la criada, respondió que sí, que rezaba todos los días a Dios, a la Virgen y a los Santos, y también todos los días un Padrenuestro a la luna. -Pero mujer, ¿qué estás diciendo?, -le replicaron; ¿no sabes que eso es cosa de herejes? Eso hacían los paganos. Los cristianos no rezan a la luna. Y Teresa, con toda inocencia, respondió: -y por qué no? Si la luna es una cosa tan hermosa y también está en los cielos. Por eso siempre le rezaba, pues.. . Es un caso curioso y verídico, referido por uno de la fami- lia que conoció a esta mujer. Hemos visto antes que, con más o menos variantes, hay en euskera algunas fórmulas o fragmentos de oraciones equivalentes a otras que se dicen en erdera. Todos recordarán aquello de Cuatro esquinitas tiene mi cama, etc. Copié en Elizondo el siguiente fragmento: Nere goatziak lau kantoiñ, lauetan lau aingeru, Amabergiña erdien nere arimen guardien. Cuatro esquinitas tiene mi casa. cuatro angelitos que me la guardan. Dos a los pies, dos a la cabezera. La Virgen María que es mi rvmpa- [ñera. Traigo a colación la cuarteta euskérika para hacer notar el poder semi- milagroso que en la creencia del pueblo tienen estas fórmulas. En 1923, copiaba yo en Elizondo el siguiente relato: Una muchacha tenía dos novios Uno de ellos la amenazó de muerte, si no se casaba con él. Acostada ella una noche, sintió cierto ruido en su cuarto. Y de repente, estando así dormida, se le encendieron cuatro luces en los cuatro ángulos de la cama.

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