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aneja la obligación de ser trasmitidas a determinado número de personas, bajo penas o castigos, que Dios enviará en caso de incumplimiento. Las autoridades eclesiásticas advierten a los fieles que no caigan en la bobería de darles fe y atribuirles virtud que no tienen. Bien será recordar que, ya en 1568, el obispo de Vich, Benito de Tocco, en una pastoral dirigida a los confesores, les exhortaba a no absol- ver a las mujeres que dijeran esa clase de oraciones, si no hacían propósito de no reincidir. La oración así prohibida era el Pare nostre petit, que, si distinto de nuestro Patev noster ttikia en pormenores, es el mismo en el fondo. Este Pare nostre Petit y el Majov, después de muchos disparates, acaban con la amenaza de las penas del infierno a quien no las recite. El Pater noster ttikia de que os hablo se llama en otras comarcas Pater noster blanco. Así, en una linda novela del conocido escritor Charles Silvestre, titulada ProdZge du coeur (en que abundan las alusiones a cos- tumbres populares), se lee lo siguiente, que, como veréis, es casi idéntico a lo leído en vasco. Dice así: «Luego Jeannette, que jamás supo leer ni escribir, musitó entre dientes el Patev noster blanco, del que sólo retuvo lo siguiente: Dios es mi Padre, la Virgen mi madre. Los apóstoles son mis hermanos y las vírgenes mis hermanas. La cruz de Santa Margarita está escrita en mi pecho. La Virgen, la Señora, va enseguida llorando a Dios y le encuentra con el señor San Juan. -¿De dónde venís? -Vengo de lejos. -¿No habéis visto al Señor? -Sí, por cierto; está en el árbol de la Cruz, con sus pies pendientes, sus manos clavadas, un montón de espinas blancas sobre la cabeza. -Quien supiere la oración y la dijere tres veces por la noche y tres a la mañana, ganará al fin el cielo». Bladé, en su libro sobre el Folklore de la Gascuña, trae también su Pater noster blanco, muy parecido al que yo he encontrado en la literatura popular euskalduna, y dice que el Pater noster pequeño y el b h c o estaban prohibidos por supersticiosos, según el libro de 1703: Le tableu de la bido del pevfet crestiá, del P. Amilha. Es preciso ceñirse un poco para que no resulte demasiado larga esta charla. Suprimiré, pues, algunas notas de mis cuadernos. Mas no resisto a la tentación de deciros que he tenido la buena fortuna de recoger vivas aún algunas oraciones antiguas. De un anciano de Lekuine, cerca de Has- parren (Laburdi), copié la oración que llaman San Laixen erregeren otoitza. Dicen que San Luis, rey de Francia, la deda todas las noches. Y lo intere- sante del caso es que se repite aún hoy sin cambio alguno. Hela aquí: Banoa loan artzeva Jesus rure izenem. Gau eta egun begira nazazu ene etsdien artean. Voy a dormir, Jesús, en tu nombre. Noche y día guárdame de mis enemigos.

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