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87 Historia eclesiástica y civil de la célebre ciudad de Ceuta La dispersión de los mozárabes de Andalucía en las comarcas de Mequinez, Fez, Salé y otras regiones de Marruecos después de la mencionada y desgracia- da expedición de Alfonso el Batallador, hacia el año 1128, aumentó el número de cristianos existentes, en estas tierras. Disminuyeron muchísimo bajo el yugo almohade, pero no desaparecieron del todo. Muchos de ellos lograron pasar a España e internarse hasta las tierras de Toledo, y asegura la Crónica Toledana 121 que entre los fugitivos había un obispo mozárabe que residía en Marruecos, pero no dice en qué lugar. El odio de los almohades contra los cristianos, o se calmó, o fue tal la fuerza de las cosas que impuso cierta tolerancia, pues vemos que bajo sus dominios reaparecen de nuevo los mozárabes, aunque menos nu- merosos y en situación quizá más gravosa. En todos los reinos mahometanos de África formados sobre las ruinas del imperio almohade había un gran número de cristianos en su mayor parte cauti- vos; otros eran desaforados , es decir, fugitivos de los reinos cristianos de España, en su mayoría nobles de nacimiento y de conciencia alto relajada que pasaban de tierras de cristianos a tierras de moros cuando cometían alguna fechoría, y temían la justicia de su país; otros eran mercaderes establecidos en varias ciu- dades mahometanas y gozaban de tal cual libertad. Los reyes de los reinos cristianos de España especialmente los de la corona de Aragón, concertaron con los príncipes mahometanos varios tratados para que en sus dominios respectivos los cristianos y en particular los sacerdotes regulares y seculares fuesen bien tratados y respetados. Cuando Jaime I de Aragón auxilió por mar y por tierra en 1274 al emperador de Marruecos estipu- ló con él la libertad del culto católico para los cristianos que había en el imperio. Su hijo D. Pedro ajustó con el Rey de Túnez un tratado por el cual los cristianos que viviesen en sus dominios pudiesen tener iglesias y culto públicamente, y ser gobernados por un gobernador cristiano nombrado por los mismos reyes de Aragón; y por el tratado hecho entre Jaime II de Aragón y Abu Yahia Sacaría rey de Túnez consta que en el año 1313 los cristianos que vivían en los domi- nios de este último, procedentes de la Corona Aragonesa, tenían su goberna- dor propio y sus sacerdotes. No es esto cosa extraña. Más de cien años antes el almorávide Alí, rey de Marruecos, entre los muchos cristianos ilustres que tenía cautivos en su corte y a quienes favorecía bastante, apreciaba muy par- ticularmente y distinguía por sus bellas prendas a un catalán insigne llamado Reverte a quien confió el gobierno de todos los mozárabes que residían en su reino, así libres como cautivos. Esta benevolencia no era un hecho aislado pues 121.- JIMÉNEZ DE RADA, Rodrigo. De rebus Hispaniae o Historia gótica o Crónica del toledano.

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