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86 S alvador R os y C alaf iglesia y el barrio de los cristianos con sus alhóndigas: esto es lo natural, y si en- tonces las venerables reliquias no fueron puestas a salvo, quedaron sepultados bajo las ruinas. Las huestes de Forras no se ocuparían para nada de los restos de los Santos Mártires, ni se preocuparían de ellos los mahometanos que defen- dían Ceuta. Si los cristianos con su iglesia y sacerdotes hubiesen permanecido aquí sin interrupción desde 1221 hasta 1415 en que vinieron los portugueses, ya entonces sería otra cosa. Pero entre una y otra fecha median 194 años, durante los cuales ocurrieron muchas turbulencias, y entre ellas, una tan grave como la destrucción y despoblación de la ciudad, y la desaparición de los cristianos por habérseles hecho imposible su permanencia aquí. En vista de esto, y de que las reliquias de que se trata no aparecen en parte alguna, ni en la orden franciscana hay memoria alguna cierta de su traslación, lo más razonable es pensar que los restos venerados de los siete Santos Mártires de Ceuta siguen enterrados en Ceuta en sitio que sólo Dios conoce. Contentémonos con saber que desde que el Sumo Pontífice León X autorizó en 1516 (295 años después de su martirio) a la orden franciscana para dar culto público con rito doble mayor a los santos Daniel y Compañeros mártires, los portugueses, o más bien la Iglesia de Ceuta, el clero y el pueblo, los eligió por Patronos primarios de este Obispado, y los veneró en fiesta de precepto, con rito doble de primera clase, octava y procesión solemne el día 10 de octubre, aniversario de su gloriosa muerte, y así sigue celebrándose excepto la proce- sión que hace tiempo está suprimida 120 . ¡Quiera Dios que algún día se descu- bran sus reliquias y que Ceuta vuelva a su primera devoción! III Parece que no sea superfluo ni fuera despropósito decir dos palabras a cerca de los mozárabes ya que así se ilustrara la materia de este capítulo, ya también porque se facilitara la inteligencia de un hecho histórico que constituye el fondo de varios siglos y que no siempre es bien apreciado. Es un hecho atestiguado por los historiadores cristianos y mahometanos que tanto los omeyas como los almorávides trataron con relativa benignidad y tole- rancia a los cristianos mozárabes, salvo el corto período de los Abderramanes en el siglo IX, así de España como de Marruecos, no sólo a los mozárabes libres, sino también a los cautivos y que en cambio estos correspondían a sus díscolos dominadores prestándoles muy buenos, leales y grandes servicios. 120.- Desde 1981 la Santa Iglesia Catedral, a través de la Cofradía de Oficiales de San Daniel y Compañeros Mártires, recuperó la procesión, con la imagen del Santo que se venera en su capilla.
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