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76 S alvador R os y C alaf IV Por lo dicho fácilmente se comprende que durante largos siglos Ceuta fue la llave de las comunicaciones entre España y Marruecos, y el puerto donde embarcaban y desembarcaban los grandes ejércitos que de África iban a España y de España venían a África; los africanos para pelear en pro o en contra de al- guna parcialidad mahometana, y más comúnmente contra los cristianos espa- ñoles, quienes no habrían necesitado siete siglos para reconquistar el territorio patrio si no hubieran tenido que luchar contra todo África; y los mahometanos españoles para combatir contra los enemigos de los califas de Córdoba, o de los príncipes almoravides que residentes en España dominaban en África, o que residentes en África dominaban en la España mahometana. Grande era por lo tanto el tráfico que había en Ceuta y la celebridad de su nombre a causa de esas grandiosas y frecuentes expediciones militares que por aquí pasaban de uno a otro continente. Pero no era sólo la importancia militar la que hacía de Ceuta una ciudad de primer orden, éralo también la industrial y comercial. En efecto habíase hecho célebre por sus fábricas de curtido, y el trabajo y colorido de sus pieles; por sus tejidos de seda y lana; por sus paños y telas de todas clases; y sobre todo por la estructura, cincelado y relieves de los vasos de latón, superiores por lo primoroso y buen gusto de la mano de obra, a los objetos más finos de oro y plata que elaboraban en Damasco. Aún cuando se quiera rebajar algo de ese desarrollo y perfección industrial, preciso es reconocer que hay en esto un gran fondo de verdad. Aquí venían los mercaderes de Italia, Provenza y España, aquí venían los mahometanos de Argel, Túnez y Trípoli; aquí venían los de Egipto y Palestina. En una palabra, Ceuta era un puerto muy frecuentado por cristianos y mahometanos de todas procedencias y había en ella grandes rique- zas, consecuencia natural de su tráfico militar, industria y comercio, y también del botín de guerra, y de las expediciones corsarias de que durante siglos fue un gran centro. Tuvo sin embargo reveses de fortuna que dieron golpes mortales a su prosperidad material. Hacia los años 1130 a 1144 Abd el Mumen, sucesor de Mohamed ben Abdallah fundador de los almohades sitió Ceuta gobernada y guarnecida por los almorávides. La ciudad se defendió con grandes bríos, pero habiendo sido vencida, Abd el Mumen la destruyó completamente, pasó a cuchillo un gran número de sus habitantes, y los demás fueron internados y diseminados por varias regiones. Ni aún así quedó satisfecha la venganza del vencedor: prohibió la reedificación y repoblación de Ceuta. Pero Ceuta era necesaria para las comunicaciones entre España y Marruecos, y pasados unos
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