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71 Historia eclesiástica y civil de la célebre ciudad de Ceuta porque no habiendo sido reconocido por los demás walíes del imperio, sus enemigos le ahogaron en un baño en 1017. El partido africano no se dio por vencido y proclamó en su lugar a Alkasim, hermano del asesinado Califa, pero no pararon aquí las turbulencias. Yahia so- brino de Alkasim e hijo de Alí ben Hamud, salió de Ceuta, donde residía, para España con un poderoso ejército con objeto de combatir a su tío proclamado Califa. Pelearon tío y sobrino y al fin hicieron las paces bajo la base de la división del imperio. Yahia quedó en Córdoba y Alkasim prosiguió la guerra contra el vástago de los omeyas que se titulaba Abderramán IV; recogió en Córdoba los restos mortales de su hermano Alí ben Hamud y los trajo a Ceuta donde le dio honrosa sepultura con grandes fiestas fúnebres. Mientras así honraba en Ceuta la memoria de su infortunado hermano una grande e inesperada novedad se estaba consumando. Yahia, hijo del difunto Alí ben Hamud y sobrino de Alkasim, violó el tratado de paz y se proclamó emperador único del imperio árabe en 1021. De esto no se enteró Alkasim hasta que de regreso de Ceuta desembarcó en Málaga. De allí marchó sobre Córdoba con poderoso ejército para combatir al pérfido sobrino; pero Yahia no se atrevió a esperar a su tío y abandonó la capital. Prosiguió la lucha entre los dos com- petidores al califato único y se terminó con un arreglo en virtud del cual Yahia quedaba Emir de Málaga y su emirato comprendía Algeciras, Ceuta y Tánger. Revueltas como estaban las cosas del imperio por la sucesión al califato, y enredados los emires en continuas guerras unos con otros, así en pro como en contra de los omeyas, Yahia hizo la guerra al wali de Sevilla, y en 1026 fue de- rrotado y decapitado el emir malagueño por el sevillano. Disuelta la unidad del imperio árabe, fraccionado éste en varios emiratos independientes y fallecido en Lérida el destronado Hixem III, último vástago de los omeyas españoles, los edrisitas, esto es, la familia de los Ben Ali y Ben Hamud lograron conservar el emirato de Málaga que comprendía Ceuta y Tánger y tenía en África su prin- cipal fuerza y apoyo. III Mientras los emires españoles y africanos se disputaban con porfiadas y san- grientas guerras los jirones del que había sido poderoso imperio de Córdoba en los buenos tiempos de los omeyas, aparecía, hacia el año 1026 al otro lado del Atlas en los desiertos de la antigua Getulia, un hombre extraordinario, autor de una gran revolución religiosa y política entre los mahometanos de África y España: era Abdallah ben Yassin morabito o santón del sur. Explicando a su manera los preceptos y doctrinas del Corán hizo muchísimos prosélitos que se
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