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69 Historia eclesiástica y civil de la célebre ciudad de Ceuta contra los sublevados separatistas de la España oriental, hizo amistad y alianza con Edris ben Edris que hacía poco había sido proclamado Emir independiente de Marruecos, él mismo en el año 807 fundó la ciudad de Fez capital del nuevo imperio independiente de los Califas abasidas de Bagdad. En aquellos mismos tiempos los agablitas, dinastía real de los edrisitas, fun- daron otro imperio independiente de los califas de Bagdad, cuya primera ca- pital fue Cairwan y después Túnez, pero no fue de muy larga duración, pues al siglo siguiente, esto es, el décimo de la era cristiana, una nueva revolución política dio entrada al imperio de Córdoba en África. En efecto a principio de dicho siglo Obeidallah Abu Mohamed se declaró profeta; se titulóAl-Mahadi (conductor); fundó otro estado independiente cuya capital fue Almahadía, ciudad nueva de la que fue fundador. Los almahaditas, llamados también fatimitas, sojuzgaron a los aglabitas y a los edrisitas, y su im- perio llegó a ser más poderoso que el de Bagdad y el de Córdoba. Edris, octavo Emir independiente de Fez se sometió a Al-Mahadi; el de Mequinez lo arrojó de Fez y entonces imploró el auxilio de los omeyas de Córdoba. Abderraman III envió una escuadra y un ejército que en gran parte desembarcó en Ceuta, ya para proteger a Edris, ya también para detener los progresos de los fatimitas en África. El resultado de esta poderosa intervención armada fue que Edris fijó su residencia en España y Abderramán anexionó a su imperio el reino de Fez, donde puso un wali o gobernador general para que gobernara en su nombre. Abderramán III prosiguió sus conquistas, se apoderó de Túnez y de todas las principales ciudades de la costa de África y de una gran parte de la Mauritania, que los antiguos llamaban Cesariense y ahora llamamos Argelia. En sus lu- chas con los fatimitas perdió Fez, metrópoli de sus dominios en África y otras muchas ciudades, excepto Tlemcen, Ceuta y Tánger, pero habiendo enviado nuevos ejércitos recobró Fez y las demás ciudades que había perdido, y cuando murió a 16 de noviembre del año 916, la autoridad de Abderramán III era aca- tada en España y en África. Su hijo y sucesor Alhakem II tuvo que sostener nuevas guerras con los fati- mitas con fortunas varias. Perdió todos sus dominios africanos menos Ceuta y Tánger y volvió a recobrarlos por la habilidad de Galip, caudillo de sus ejércitos. Restablecida y asegurada la autoridad de los califas de Córdoba en Marruecos, Galip se embarcó en Ceuta para Algeciras en el año 974. El año 976 murió Alhakem II y le sucedió Hixem II que también tuvo gue- rras con los fatimitas. Su caudillo Balkim sitió a Ceuta pero no pudo apoderarse de ella y el famoso Almanzor (nació en una aldea vecina de Algeciras el mismo
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