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56 S alvador R os y C alaf del siglo VII había obispos en todas las provincias de la Iglesia africana, y por consiguiente en la Tingitana también, y que su número sería aproximadamente el mismo que antes y en las mismas ciudades que anteriormente. Requiere el asunto que tratamos que fijemos nuestra atención en lo que ocu- rría en España. Los emperadores romano-bizantinos lograron conservar algunas pla- zas en el litoral de la Península. El rey godo Atanagildo III los llamó en su auxilio contra su competidor Agila, y acaudillados por Liberio y Amato, y apoyados además por una poderosa escuadra, se apoderaron del lito- ral del Mediterráneo, desde Valencia hasta más allá de Tarifa. Hicieron de Cartagena el centro de sus operaciones militares y se internaron mucho ha- cia la antigua provincia cartaginesa con la mira de reconquistar toda España. Atanagildo, cuando ya no los necesitó, los quiso echar, pero no pudo y sus sucesores tuvieron muchas guerras con los imperiales. Sisebuto IV los arrojó de casi toda la provincia de Cartagena y destruyó todas las ciudades que tenían en el Estrecho de Cádiz, de las que después, dice San Isidoro de Sevilla, fácil- mente se apoderaron los godos. Suintila que sucedió a Sisebuto en el año 621 acabó de arrojar a los imperiales de toda la Península y fue el primer rey godo que reinó sobre todas las provincias de España hasta el año 631 en que fue proclamado Sisenando. Ahora bien ¿cuándo pasó Ceuta al dominio de los godos? El último rey ván- dalo Gelimer, al verse atacado por Belisario, solicitó el auxilio de los godos de España. Su rey Teudis envió un ejército a la Tingitana ya para contener los progresos de Belisario, ya también para proteger la retirada de los vándalos. El ejército de Teudis V sitió a Ceuta y la quitó a los imperiales, mas los imperiales la volvieron a recobrar. Teudis, vencedor de los francos Clotario y Childesberto en la provincia que hoy llamamos de Gerona, mandó otro ejército godo a la Tingitana. Ceuta fue nuevamente sitiada y las tropas imperiales que la ocupa- ban fueron reducidas a tal extremidad que estaban para rendirse. Llegó el domingo y los godos, confiados en la extremada situación en que se encontraban los imperiales, y no queriendo profanar el día festivo con los ho- rrores de la guerra, suspendieron las hostilidades y se entregaron al descanso. Aprovecharon los imperiales la inacción de los godos y atacando de improviso por mar y tierra los coparon y exterminaron de tal manera que ni uno pudo volver a España, así lo refiere San Isidoro de Sevilla en la Historia de los Godos 104 . 104.- SEVILLA, S. Isidoro. Historia de regibus Gothorum, Vandalourum et Suevorum.
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