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37 Historia eclesiástica y civil de la célebre ciudad de Ceuta No siendo nada probable que Ceuta sea de origen bereber hay que atribuirla a alguna de las razas exóticas que en el curso de los tiempos se han establecido en el litoral de Berbería. Es cierto, por más que Juan León 83 afirme lo contrario, que los romanos no la fundaron, sino que la encontraron ya fundada, y que cayó en su poder cuando, vencida Cartago, se apoderó Roma de todas las colo- nias cartaginesas situadas en las costas africanas bañadas por el Mediterráneo. Las mayores probabilidades militan a favor de la raza fenicia 84 , raza que, entre las naciones más antiguas, se distinguió por su genio mercantil, empren- dedor y colonizador. Ella fundó Tiro y Sidón en el mar Rojo, ciudades muy cé- lebres por su comercio, riquezas y poderío; fundó también las de Tiro y Sidón en el Mediterráneo sirio, no menos famosas que las anteriores, y en Berbería las de Utica, Hipona, Lepta, Cartago y otras varias. Siendo de notar que el nombre primitivo de Cartago fue Tiro, que después se llamó Cartada y por fin Cartago. Fundaron también Cádiz y otras muchas poblaciones en la cuenca del Guadalquivir y del Genil, como nadie ignora hoy día. San Isidoro de Sevilla, de quien están tomadas estas noticias añade: “Era costumbre antigua de los fenicios emigrar de su país en caravanas para dedi- carse al comercio en los extraños y una vez que se habían captado las simpatías de los naturales, se posesionaban de los lugares a propósito para fundar en ellas ciudades.” 85 Y parece indicar que fue también fenicio Anteo a quien atri- buyen la fundación de Tánger y Larache. Si Ceuta no fue fundada por los fenicios de Tiro, Sidón o de alguna otra ciudad de Siria, parece indudable lo fue por los de Cartago que, andando el tiempo, se hizo independiente de sus antiguas metrópolis Tiro y Sidón, dominó todas las ciudades fenicias de África y de España, creando así un gran imperio marítimo y colonial, célebre por su comercio y por sus exploraciones oceánicas hacia el Occidente y norte de Europa hasta las costas británicas y hacia el occi- dente de África hasta el golfo de Guinea y el Cabo de las Tormentas o de Buena Esperanza, según varios autores, y sospechan algunos que hasta las primeras islas del continente americano. De su pericia en las cosas del mar, y en las obras de arte, da testimonio la Escritura Santa en los Reyes y en los Paralipómenos ha- blando de la construcción del Templo de Salomón. 83.- AFRICANO, León El. De la descripción de África y de las cosas notables que en ella se encuentran , Madrid 1940. 84.- La aparición, en 2004 del yacimiento fenicio, a la puerta de la Catedral confirmaron la hipótesis de Ros y Calaf. 85.- SEVILLA, S.I. de. op.cit.

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