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313 Historia eclesiástica y civil de la célebre ciudad de Ceuta del altar mayor y adornó la iglesia con altares y pinturas. Dotó la festividad del Corpus y su octava. Fue promovido para el arzobispado de Valencia. 28º Miguel de Aguiar, natural de Málaga. Este señor fue cura de la parro- quia de san Juan de Madrid y hecho obispo de esta por el rey Felipe V por un caso raro. Habiéndose prendido fuego su parroquia, llegando ya las llamas al Sagrario arrastrado de su celo por la Religión se arrojó al fuego y pasando por las llamas sacó del sagrario el Sacramento sin lesión alguna y habiendo dado al Rey cuenta de lo que sucedió lo nombró obispo de Ceuta. Fue gran defensor de la inmunidad eclesiástica. En su tiempo se hizo el órgano. Murió en esta Plaza y fue sepultado en la capilla mayor de la catedral, al lado del evangelio. 29º Martín de Barcia, dignidad de la iglesia de Mondoñedo, prelado domésti- co de Su Santidad, asistente al Sacro Solio Pontificio. Este señor llegó a Ceuta en 1745. Habiendo padecido esta Plaza en los dos años anteriores el contagio pesti- lencial de resulta del contagio de Berbería y habiendo muerto un religioso fran- ciscano de esta enfermedad, hallándose en Marruecos lo condujeron los moros a esta ciudad por lo que se propagó en ella la peste con tal rapidez y violencia que murió la mayor parte de los habitantes y provino la mayor desolación que ja- más se había presenciado. Por esta causa mandó el rey don Felipe V se les fran- quearan los caudales suficientes desde junio de 1743 a septiembre de 1744 para repaso de las iglesias que habían perdido sus ornamentos por esta causa. Con esta cantidad este ilustrísimo prelado reedificó la capilla del Valle que había servido de hospital de mujeres, la de san Antonio que había sido destinada para los cuarentenarios, amplió las habitaciones contiguas, reparó varias casas del barrio de san Pedro que habían servido de botica y hospital de dudosos y otras que habían padecido igual suerte. Distribuyó a todas las iglesias ornamentos correspondientes a lo que habían perdido. Era muy devoto de las Ánimas del Purgatorio en cuyo novenario costeaba nueve sermones de misión que se ha- cían en la iglesia de los Remedios celebrando el último día y dando por su mano la comunión. Celebró de pontifical varias veces. Consagró la iglesia de África, consagró las aras, bendijo las campanas y después de concluir su ampliación contribuyó con sus limosnas para el adorno de pinturas y primores de dicha iglesia. Era muy asistente a todas las solemnidades y fiestas que se celebraban en la catedral y demás iglesias de la Plaza. En las procesiones del Corpus asistía siempre llevando en sus manos la custodia. Contribuyó con su celo a la fábrica de la ermita de san Juan de Dios, dándole más extensión de la que antes tenía, colocando la primera piedra en cuyo acto hubo gran concurrencia, asistiendo el excelentísimo señor marqués de Coria, gobernador de esta Plaza, con toda la guarnición, cuya obra, que se debió a su eficacia, no pudo verla concluida por haber sido promovido a la silla episcopal de Córdoba en 1756. Murió en 1771.

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