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196 S alvador R os y C alaf Bajo el pontificado del Ilmo. Sr. Rafael de Vélez se hicieron reparaciones ge- nerales en la catedral, y en 1822 se renovó la pintura del Sagrario. En 1828 siendo obispo de esta el Ilmo. D. Pablo Hernández se hizo en la catedral una innovación algo notable, y no sabemos si mejoró o empeoró el aspecto interior de la misma. Las obras principiaron el 4 de enero de 1828 y terminaron el 7 de noviembre del mismo año, según consta de los oficios de S. Ilma. al Cabildo. Entonces se agrandó el presbiterio, se colocaron los púlpitos donde se cantan la epístola y el evangelio, se quitó el retablo colocado por el Sr. Mayoral y fue sustituido por un lienzo grande que representa la Asunción 331 embutido en la pared, y ampliado con una pintura representando al Señor que con innumerables ángeles le salían al encuentro, y le tendían la mano para in- troducirle en los cielos. La idea era bonita, no estaba mal ejecutada, el aspecto no era ingrato, pero tenía el grave defecto de no ocupar sino la parte superior del muro, dejando en blanco la mitad inferior que se cubría con una colgadura. En esta mitad inferior colocó dos repisas para las esculturas de S. Pedro y S. Daniel sin dosel o quitapolvo por lo que quedaban muy desairadas. En medio del presbiterio levantó el altar, tabernáculo y templete de madera rodeado de los cuatro evangelistas. La obra era harto sencilla, y el conjunto, si bien no era desagradable tampoco causaba muy buen efecto. Lo cierto es que se gastó bas- tante dinero, y que tal vez no lució tanto como era de esperar. El Ilmo. Sr. Barragán en su Visita de 1831 se queja amargamente de las pér- didas de algunas alhajas que sospecha fueron robadas. Más adelante, siendo gobernador eclesiástico y deán D. José Xiqués y mayordomo de fábrica el be- neficiado D. Cayetano Villalta fueron robados los ángeles del templete donde se colocaba la custodia grande para la procesión del Santísimo Sacramento. En otros robos del mismo tiempo desapareció, entre otros objetos de algún valor, el fleco de oro de las colgaduras de damasco con que el Ilmo. Sr. Benaocaz enri- queció esta catedral, ítem., dos planetas 332 con su estola, manípulo y estolón, y una capa y dos dalmáticas encarnadas: un paño de púlpito blanco. Durante la guerra llamada de África, de 1859 a 1860, sirvió para hospital de sangre. El generalísimo D. Leopoldo O’Donnell, complacido y sumamente agradecido de esto y de la conducta del clero, al dar las gracias al Ilmo. Cabildo por los servicios prestados durante la campaña, se asegura le dijo pidiera lo que hiciese falta, y que contestó que no faltaba nada. Si esto es cierto la respuesta no pudo ser más desgraciada y de fatales consecuencias. Aún cuando no hubiera habido oferta por parte del generalísimo O’Donnell, la ocasión no pudo ser más 331.- Este óleo, de gran tamaño, se conserva en las dependencias de la catedral. 332.- Casulla.
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