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184 S alvador R os y C alaf Sra. de África, y entre tanto el Ilmo. Cabildo, en orden a los divinos oficios, resi- día en Ntra. Sra. del Valle, y por sin duda, dice el Ilmo. Sr. Mayoral que durante algún tiempo fue Catedral. El Ilmo. Sr. Velunza, sucesor inmediato de Vidal Marín, porque Antonio Selvaga aunque fue nombrado para esta Sede no llegó a tomar posesión de ella, con los fondos consignados para la reedificación de la catedral, de acuer- do con el comandante general gobernador de esta Plaza, D. Gonzalo Chacón y Orellana y el veedor de la misma D. Florián González, dispuso la construc- ción del cuerpo del edificio de Ntra. Sra. de África en correspondencia con la capilla mayor, coro bajo, tribuna para órgano y los músicos, sala capitular, espadaña para las campanas y otras obras; una segunda Catedral. Pero el mis- mo Sr. Velunza advierte y consigna que S.M. el Rey (Felipe V) no consintió se construyera el templo de Ntra. Sra. de África con los fondos consignados para la reedificación de la catedral que entonces era imposible proseguir, sino impo- niendo al santuario la obligación de reintegrar a la catedral los fondos que de su fábrica se habían tomado para construir el templo de Ntra. Sra. de África. Aun con este gravamen se cometió en este punto un grave error económico de la mayor trascendencia. En primer lugar el santuario quedaba gravado con una deuda enorme, deuda de la que no podía ser relevado sino por el Rey y en manifiesto perjuicio de la catedral, deuda que con harta dificultad habría podi- do ir pagando en sus mejores tiempos, aún siendo sus cuantiosas riquezas bien administradas. En segundo lugar, ni las necesidades del pueblo ni las del clero requerían entonces, ni ahora mismo, dos templos tan grandes y menos aún tan cerca uno de otro. En tercer lugar el dinero no era entonces, ni ha sido nunca, tan abundante que permitiera atender debidamente a los gastos de conserva- ción y ornato de dos templos grandes, cultos, ministros y demás necesidades, pero sí era suficiente para atender con desahogo y decoro a las de uno sólo. Esta es la causa de que la catedral y el santuario hayan andado siempre mal de recursos, que hayan vivido siempre en relativa miseria, y que estén en mani- fiesto peligro de andar aún peor. Si los fondos consignados para la catedral se hubieran invertido exclusiva- mente en ella como mandaron los Reyes, Ceuta hubiera tenido no una catedral espléndida y joya artística, pero sí hermosa, decorada y bien provista de todo, y con recursos para atender a su conservación y esplendor; pero ahora ni la cate- dral ni el santuario son lo que deben ser, y gracias a los despojos de la Trinidad y de S. Juan de Dios que han ido a parar a los Remedios, a la catedral y al san- tuario, con lo cual se ha remediado algo su miseria. Se dice que el sitio de los moros no permitió proseguir las obras de la Catedral. Esto no es verdad. ¿Impidió acaso la construcción del santuario, de
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