BCCCAP00000000000000000000272

153 Historia eclesiástica y civil de la célebre ciudad de Ceuta noríficos e importantes; en febrero de 1821 tomó posesión de la Doctoral de la S.I. Primada de Toledo, Pío VIII lo preconizó obispo de Ceuta en 1829, el 15 de marzo, y el 15 de julio de 1830 fue consagrado en Madrid en la Real Iglesia del Imperial Colegio de S. Isidro Labrador por el patriarca de las Indias D. Antonio Allue y Sesé, asistido de los Ilmos. Sres. D. Joaquín Abarca Obispo de León y D. Pablo García Abella Obispo auxiliar de Madrid. Vino a este Obispado con la gloriosa aureola de perseguido por la justicia. Gozaba de toda la confianza y preferencias del obispo de Sigüenza D. Pedro Inocencio Bejarano (que antes lo había sido de Buenos Aires). Este Ilmo. Sr. fue uno de los que con los Obispos de Santander, Lérida, Barcelona, Tortosa y Pamplona, combatieron en la vanguardia contra las decisiones de las lla- madas Cortes Constituyentes de Cádiz. El Cabildo de Sigüenza siguió a su obispo, muchos de sus canónigos fueron desterrados, contándose entre ellos el Sr. Barragán. Más adelante, en la segunda época constitucional durante la que tanto su- frió la Iglesia hispana, el Cabildo de Sigüenza fue de los que más padecieron. El juez de primera instancia de aquella ciudad era tan rabiosamente constitu- cional que en el proceso contra el lectoral de Sigüenza firmó una sentencia en el cual se decía que en lo sucesivo, en todos los sermones, había de explicar un artículo de la Constitución como hicieron los Apóstoles. El Cabildo de Sigüenza fue disuelto por la tiranía de la revolución triunfante, y el Sr. Barragán fue desterrado como casi todos sus colegas. El Gobierno de la tercera época constitucional, muerto Fernando VII, bajo la Regencia de María Cristina y de Espartero, fiel a sus antecedentes, persiguió ferozmente a la Iglesia, y con el auxilio de cierto número de eclesiásticos extra- viados capitaneados por La Rica XXV y Vallejo 259 , hizo cuanto pudo para crear un cisma. En defensa de los procedimientos cismáticos del Gobierno, publicó el obispo Sr. Vallejo su famoso Discurso Canónico Legal. Contra este discurso pu- blicó otro no menos famoso el Sr. Adriani obispo de Pamplona desde su destie- rro, y escribió también contra él el Sr. Barragán, obispo de Ceuta, sosteniendo la sana doctrina canónica con los Sres. Inguanzo, Romo y la inmensa mayoría del clero español. No era esto fácil en aquellos calamitosos tiempos en que el Gobierno feroz perseguidor de la Iglesia en su doctrina, en su disciplina, en su honra y en sus bienes quería a todo trance crear una iglesia cismática. 259.- MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino. Historia de los Heterodoxos Españoles, Madrid 1978, 3ª ed., t. II, p. 862 explica el problema de la intrusión de Pedro Fernández Vallejo en la Iglesia de Toledo y de Manuel La Rica y Aguilar en Zaragoza que pretendían imponerse como gobernadores ecle- siásticos en ausencia de prelado.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz