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145 Historia eclesiástica y civil de la célebre ciudad de Ceuta D. Antonio Ibáñez de la Riva Herrera que mandó demoler la antigua Catedral y principiar la nueva, y el Ilmo. Sr. D. Tomás Agüero que la bendijo y estrenó, fueron nietos de unos mismos abuelos, colegiales de un mismo colegio, obispos de Ceuta y arzobispos de Zaragoza 250 . Como del Ilmo. Sr. D. Andrés Mayoral se dirá bastante y muy honorífico en otro lugar, aquí no diremos sino que es uno de los obispos más ilustres y vene- rables que han honrado esta Sede Episcopal desde su erección hasta hoy día. El Ilmo. Sr. D. Martín de Barcia que vino a Ceuta en 1745 la encontró casi despoblada por los estragos causados por la peste bubónica, las iglesias em- pobrecidas y arruinadas, por decirlo así 251 . Su pontificado fue de restauración moral y material. A más de otras obras que se mencionarán en otro lugar, de- bemos citar aquí la reparación de muchas casas, principalmente del barrio de S. Pedro, que había servido para botica y albergue de dudosos. Consagró la Iglesia de Ntra. Sra. de África y sus aras. Se hizo notable por su devoción a las almas benditas del Purgatorio, y asistencia a los divinos oficios y procesiones. Abolió las pruebas de limpieza de sangre que la necesidad introdujo en los siglos anteriores para que los nombramientos eclesiásticos no recayeran en per- sonas de abolengo heterodoxo, y dispuso no se hicieran más informaciones que las prescritas por el Papa Alejandro III y el Santo Concilio de Trento 252 . En su Pastoral Visita del año 1746 mandó se observasen los Estatutos hechos por los Ilmos. Sres. Cuaresma en 1572, Ciabra en 1580 y Mayoral en 1737 en lo que los últimos no contradigan a los primeros, y las Sinodales renovadas por el Ilmo. Sr. Alencastro en 1553. Se lamenta amargamente de las costumbres del Clero; le echa en cara la desobediencia a los mandatos de Visitas; la inobservan- cia de los Estatutos a pesar de haber jurado observarlos; la falta de piedad, de- voción y modestia en el Coro, Altar, procesiones y demás actos del culto divino. Ya el Ilmo. Sr. Velunza, en el Reglamento de Coro, se quejaba con no me- nor amargura del desorden del Clero, de la rebeldía de los capitulares a rezar las horas canónicas en el tiempo, devoción y compostura que se manda en los Concilios, Estatutos y Visitas pastorales de los Ilmos. Sres. Cachón en 1677 e Ibáñez en 1686; en todo el reglamento da un tristísimo testimonio de relajación de los capitulares en el rezo y celebración de los divinos oficios. 250.- Al decir nietos de unos mismos abuelos, hemos de entender que descendían de un mismo tronco familiar, los Agüero. 251.- Realmente, lo que se encontró fueron muchos de los templos destruidos, como sus enseres, por las medidas con las que se combatían los efectos de la peste en la época. 252.- Curiosidad a destacar ya que exigió ocupar el cargo de proveedor de la Santa y Real Casa de Misericordia, la principal cofradía nobiliaria de la ciudad que se encargaba de hacer las informa- ciones de hidalguía y limpieza de sangre.
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