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124 S alvador R os y C alaf La incredulidad, la impiedad, la indiferencia no son virtudes humanas sino vicios del hombre. Si la peste hubiera continuado un año más habría acabado con Ceuta. En testimonio de que ya todo lo esperaban de la clemencia del cielo, el gobernador depositó, ante toda la concurrencia, las insignias de su autoridad en manos de la Santa Virgen de África en su camarín, implorando el auxilio de sus oraciones. Acto patético, devoto y conmovedor, digno de un pueblo con- trito y humillado bajo la mano todopoderosa del Altísimo. No oró en vano la Ciudad, no en vano confió en la divina misericordia; inmediatamente decreció la mortandad, y a los pocos días desapareció el terrible azote que por tanto tiempo se había ensañado contra esta pobre y afligida población. En aquel mismo tiempo estalló una grande guerra civil en el imperio de Marruecos. A la muerte de Muley Ismael de quien tan tristes recuerdos tiene Ceuta y otras ciudades cristianas de esta región berberisca, sus dos hijos Muley Abdalah y Muley Mustadi se disputaron el trono con el mayor encarnizamien- to. El gobernador moro del campo fronterizo era defensor acérrimo de Muley Mustadi mientras que Tetuán sostenía con vigor la causa de Muley Abdalah, de suerte que Ceuta estaba entre los dos bandos: El bajá del campo fronterizo pidió auxilio y refugio en esta Plaza y el Rey de España autorizó que al bajá y 50 personas más entre hombres, mujeres y niños fueran admitidos dentro de la Ciudad, y se dieran dos pesetas al alcaide gobernador, una a cada uno de los alcaides subalternos y unos 37 céntimos a las personas restantes 184 . La guerra civil duraba todavía en Marruecos en el año 1748 en que man- daba esta Plaza D. José de Orcasitas y Oleaga. Muley Mustadi sitió Tetuán, pero careciendo de artillería suficiente para batir la Plaza pidió al gobernador de Ceuta pertrechos de guerra y artilleros para combatirla. Todo cuanto pidió le fue facilitado por orden de Felipe V y con este auxilio rindió Tetuán. Al fin Muley Mustadi venció a su hermano Muley Abdalah, y se afianzó en el trono de su padre Muley Ismael. Habiendo triunfado el partido apoyado por España parece natural que hu- biese obtenido alguna ventaja del auxilio que le había prestado, y que por vía de indemnización se hubiese logrado para Ceuta algún ensanche territorial, o reanudar las relaciones comerciales entre esta Plaza y Tetuán; pero según parece ni siquiera se trató de semejante cosa, y todo se redujo a varios y va- liosos regalos que hizo Muley Mustadi a los artilleros españoles. Pero esto no debe atribuirse a indolencia o estupidez de los Reyes de España; débese a la sistemática y antigua oposición de Inglaterra a todo cuanto pueda contribuir al 184.- Este tipo de compensaciones aparecen en los Reglamentos de Ciudad desde 1745. Vid. Josef Antonio PORTUGUÉS, Colección general de las ordenanzas militares, t. VIII, Madrid 1765, en Revista Aldaba, Nº 41, Melilla 2016, p. 383.
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