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123 Historia eclesiástica y civil de la célebre ciudad de Ceuta los mauritanos para apoderarse de él. Construyó la muralla de la Marina del norte enlazando el baluarte de S. Sebastián con el de S. Pedro bajo; abrió los fo- sos de las lunetas de la Reina, S. Luis y S. Felipe; adelantó las galerías de S. Luis y de S. Antonio; levantó el espigón de África que mira al norte, y ejecutó otras obras de incontestable utilidad para la defensa y ornato de la Plaza. Bajo el mando de D. Pedro de Vargas Maldonado, marqués de Campofuerte, Ceuta fue visitada por la terrible peste bubónica que duró desde junio de 1743 hasta septiembre de 1744. La invasión la atribuyeron unos a las frecuentes re- laciones que sostenía el gobernador con los jefes del campo fronterizo, y otros al cadáver de un fraile franciscano fallecido en Marruecos víctima de la peste bubónica, y traído por los moros a las inmediaciones de esta Ciudad. Difícil parece traer un cadáver desde Marruecos (si debemos entender que se trata de la ciudad de este nombre) hasta cerca de esta Plaza y en pleno verano, y en el estado de descomposición en que forzosamente debió estar, y más si murió de la peste bubónica. Sin embargo así se dice pero no se prueba 182 , como tampoco se prueba que la invasión de tan terrible epidemia fuese efecto de las relaciones del gobernador con los moros; es cosa probada que el cólera asiático, la peste bubónica, la fiebre amarilla y otras epidemias no se propagan únicamente por contacto, sino también por el aire, por la atmósfera, y que éste es todavía un medio más universal y más rápido que aquel, y sobre todo el querer de Dios a cuya voluntad todopoderosa y siempre santa, todo está sometido en los cielos, en la tierra y en los abismos. La peste bubónica era entonces general en Berbería y cualquiera que fuera la causa inmediata, directa y próxima del contagio que sufrió esta Plaza, que a la verdad no es fácil precisarla con seguridades de acierto, ello es que perecie- ron más de 4.000 personas; que muchas familias desaparecieron por completo, y que muchas casas quedaron abandonadas. El barrio alto de S. Pedro 183 fue el que más sufrió. En sus casitas, por estar algo distantes del casco de la pobla- ción se alojaba a los sospechosos. Esta ciudad pasó por grandes tribulaciones, y no se vio libre del terrible azote sino por una visible y especial misericordia de Dios, a quien acudió Ceuta con todas sus autoridades, agotados ya todos los recursos humanos, con humildes y constantes súplicas como hacen, impul- sados por una ley natural, todos los pueblos del mundo en semejantes situa- ciones, todos, desde los más bárbaros hasta los más civilizados. ¿Quién resiste a la naturaleza? 182.- El episodio es real y así lo cuentan tanto CORREA, op.cit., p.441 como JARQUE, op.cit. pp. 259-260. 183.- El barrio alto de San Pedro correspondería hoy a la zona de Maestranza.
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