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122 S alvador R os y C alaf el proceder del conde de Charny. Movido el Rey de las reiteradas súplicas del fervoroso protector de los naturales de Ceuta subvencionó la compañía de ca- ballería para el mantenimiento de los caballos y, por Real Cédula de 4 de agosto del año 1726, se dispuso que la Compañía de Lanzas se reorganizase bajo el antiguo pie de fuerza de cien hombres montados, y se pensionara a los hijos y viudas de los oficiales del Fijo. Los hijos de Ceuta, solía decir con mucha razón y justicia D. Manuel Orleáns, son los que tienen mayor interés en la defensa de esta Plaza, y los que más sufren con los continuos ataques con que hostilizan los mauritanos, y por lo mismo merecen ser preferidos a los extraños. A más de esta razón de gratitud y justicia, hay también en ello una razón política nada despreciable, porque la decidida protección a los naturales de Ceuta les interesa en gran manera a la defensa de la causa de España. Sin embargo este gobernador a quien tanto debe esta plaza no tiene en ella un testimonio público de gratitud que recuerde el nombre de quien tanto amó y protegió a sus hijos 180 . Durante el mando del Conde de Charny no ocurrieron las hostilidades y escaramuzas habituales porque los moros no pudieron forzar las fortificaciones del campo, pero sucedió un hecho que merece consignarse. Vino a esta Plaza el príncipe moro Muley Hamed pidiendo auxilio contra su tío Muley Abdalá, y fue benigna y honrosamente acogido. Informada la Corte de España de las pretensiones del príncipe mauritano dispuso pasara a Sevilla donde entonces residía. Preparadas las cosas en debida forma de Sevilla se dirigió a Roma, fue bautizado y el Soberano Pontífice le consignó rentas suficientes para que pudiese vivir con arreglo a su elevada categoría, y con edificante piedad en el seno de la Iglesia Católica, única verdadera. ¡Lástima que esas conversiones no hayan sido, ni sean más frecuentes! 181 Las fortificaciones de esta Plaza, tan considerables y sólidas desde el tiempo de los portugueses, como lo evidencia la victoriosa defensa que en todo tiempo hizo contra los ataques mauritanos, mejoraron y desarrollaron grandemente bajo el gobierno de D. Antonio Manso. Acreditó su celo e inteligencia en la con- servación del Serrallo, frustrando siempre los grandes esfuerzos que hicieron 180.- Los únicos rastros que quedan vivos hoy de su presencia en la ciudad son las lápidas conme- morativas de la bendición de la Catedral en 1726 (en sus dependencias), y otras dos de 1730, la primera conmemorativa de la construcción de la Torre del Reloj (en la fachada del Parador La Muralla) y la de la limpieza del Foso Real, tras el levantamiento del Cerco (en la fachada del Casino Militar). 181.- Así se recoge también en la Historia general de la Iglesia de Antoine-Henri BERAULT- BERCASTEL, en su edición por Epifanio DÍAZ IGLESIAS CASTAÑEDA, Madrid 1854, p. 174, atribuyéndole al cardenal Belluga facilitarle el traslado a Roma, así como la presentación por el abate de Chaumont a Clemente XII.
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