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116 S alvador R os y C alaf Alencastro, pero una vigorosa salida que hizo la guarnición arrojó a los moros hasta el otro lado de las sierras fronterizas y llegó a la tierra de Hume, situada a una legua de Tetuán 163 . El otro suceso notable durante este período ocurrió en el año 1639. Unos carabos morunos desembarcaron de noche sus gentes en Fuente Caballo, desde donde se dirigieron a la ermita de la Vera Cruz, y de allí se lle- varon un crucifijo que, conducido a Tetuán, profanaron sacrílegamente de mil maneras y cuyo rescate fue difícil y costoso como se explicará en su lugar 164 . Llegamos al año 1640, año infausto para la Península hispana. La revolución portuguesa contra la unidad política nacional de todas las regiones peninsu- lares, revolución favorecida por la justificada pero antipolítica sublevación de Cataluña, y apoyada por Francia e Inglaterra, enemigas siempre de la unión de todos los antiguos reinos hispanos bajo un solo cetro, es una de las causas internas que más han contribuido, a nuestro juicio, a la decadencia de España y Portugal. Unidos ambos formando una sola nación serían todavía algo gran- de y respetable en Europa y en el mundo entero: las discordias siempre son funestas, y la actual desunión política de las dos Coronas no favorece más que a Inglaterra y a Francia, y por eso son también las dos naciones que más han contribuido y contribuyen a la separación política de ambos Estados. Durante el período de esta revolución suicida, Ceuta dio pruebas insignes de buen sentido político y de fidelidad a España. En 1640 era Gobernador de esta Plaza D. Francisco de Almeida quien parece que no fue del todo inaccesible a las proposiciones de los agentes lusitanos para que secundara el movimiento separatista de la antigua metrópoli. Con mucho disimulo y reserva debió pro- ceder el Sr. Almeida por no serle favorable el espíritu de la guarnición y el de los moradores de Ceuta, pero algo se traslució cuando se determinaron a avisar al Corregidor de Gibraltar y suplicarle viniera a esta Plaza, como en efecto así lo hizo. Entonces la Ciudad y su guarnición rindieron pleito homenaje a Felipe IV, y juraron fidelidad a la Corona de España. No fue esto agradable al Gobernador Almeida quien vista tan noble y leal actitud embarcó enseguida para Portugal: prueba concluyente de que no era adicto a la causa española que, dicho sea a favor de la verdad, a pesar de las apariencias, era también la causa verdadera de Portugal, sanamente entendida. Por continuidad de sus ríos, sus campos, sus valles y sus cordilleras de montañas, la misma naturaleza ha unido todas las regiones peninsulares desde Panticosa y Canfranc hasta Oporto y Lisboa; desde Oviedo y Santander has- 163.- En la Historia de Ceuta de Lucas Caro, p. 97, se denomina al lugar la Torre del Humo. 164.- Vid. Capítulo XXXI.
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