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112 S alvador R os y C alaf años 159 , y que en 1582 fue trasladado de aquí a Lisboa, gobernando Ceuta el General Pesaña 160 . Pero antes de ser entregado el cadáver del difunto Rey al gobernador portugués de esta Plaza estuvo enterrado en Alcázar Quivir desde el 4 de agosto del año 1578 hasta el 10 de diciembre del mismo año. Los moros lo dieron gratis, esto es, sin precio ni interés alguno por su rescate. Así consta, dice D. Modesto Lafuente en su Historia de España , por los papeles del legajo 396 de papeles de Estado que hay en el Archivo de Simancas. Azarosa, incidentada, pero brillante es la historia de Ceuta durante la do- minación portuguesa. D. Juan I vino a estas tierras con muy grandes ideas y nobles sentimientos. No para cometer esos robos que a veces se hacen unas na- ciones a otras, y que vulgarmente se llaman conquistas, sino para hacer un acto de justicia en defensa propia y de todas las naciones cristianas, exterminando un foco de piratas , es decir, de ladrones , que hacían muy peligrosa la navegación por estas aguas y la existencia de los moradores de las costas de España. Y como la seguridad de Ceuta y la de estos mares y litorales, requería la expan- sión de la soberanía lusitana en estas tierras africanas, y con ella y por medio de ella, la de nuestro Señor Jesucristo, se propuso muy laudablemente que toda la región africana bañada por estas agua fuera cristiana y portuguesa, para alejar de estos mares al enemigo del catolicismo y de Europa en general, y de España en particular. Los esfuerzos encaminados a consolidar y dilatar los dominios de Portugal ya se han visto, no en todo Marruecos, sino en lo que a esta Plaza se refiere. Y si bien no fueron tan fecundos como se deseaba y convenía para el bien co- mún santamente entendido, algo lograron. A más de Ceuta suyo fue Alcázar el Seguer, Tánger, Arcila, Larache y Mazagán. Los calabozos de Fez recibieron los últimos suspiros del infortunado Infante D. Fernando a 5 de junio de 1443, cuyas heroicas virtudes le han valido el honor de los altares; y el 4 de agosto de 1578 murió con heroico valor el Rey D. Sebastián en la flor de su juventud en Alcázar Quivir, víctima de su imprudencia y arrojo, y también de su fe religio- sa y cristiana, y de su patriotismo, que fueron los verdaderos móviles de una empresa justa y digna de elogio, pero muy superior a sus fuerzas. Portugal se había extendido mucho en Asia y en América, y no era posible que un reino tan 159.- El 10 de diciembre de 1578 se hizo entrega del cadáver del monarca al Gobernador Leonis Pereira, siendo depositado en el Convento de Trinitarios Calzados, en el que estuvo hasta su tras- lado a Portugal, en 1582. El acta, conservada en el Archivo General de Simancas, fue publicada por Enrique ARQUÉS FERNÁNDEZ en Las Adelantadas de España , Madrid 1966, lam., pp.40-41. 160.- CORREA, op.cit., p. 195, traslada el oficio del gobernador para mantenerle al obispo Manuel de Ciabra sus emolumentos entre agosto y noviembre de 1582, mientras estaba en comisión para el traslado de los restos a Lisboa.
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