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106 S alvador R os y C alaf 2º Obedecerán a los gobernadores de Ceuta y Alcazar Seguer, y serán protegidas y amparadas por los cristianos y sus capitanes. 3º No darán favor ninguno a los moros enemigos de los portugueses y si saben que maquinan algo contra ellos lo pondrán en conocimiento de los gobernadores de Ceuta y de Alcázar Seguer. 4º Darán a los portugueses paso libre y seguro por sus tierras, les suministrarán víveres y hospedaje a buen precio, y en todo los tratarán como amigos. 5º Los moros de dichas cabilas podrán cultivar sus tierras y vender sus frutos en Ceuta, Alcázar Seguer y demás tierras de los cristianos siempre que no vayan más de treinta juntos. 6º Que en caso de necesidad auxiliarán, aun con la fuerza de las armas, las plazas de Ceuta y Alcázar Seguer. Este tratado, ventajoso por ambas partes, y muy favorables al desarrollo y arraigo de la soberanía de Portugal en estas tierras, fue observado fielmente por los portugueses y las cabilas desde luego, y por espacio de algunos años. ¡Lástima que su respeto y observación no durara más tiempo! Varias fueron las causas que ocasionaron su inobservancia: la inestabilidad de los gobernado- res, las instigaciones de los Reyes de Fez, el odio tradicional de los mahome- tanos contra los cristianos, y los reveses que las armas de Portugal sufrieron en Marruecos por haber querido abarcar más de lo que podían defender y conservar. Estas causas justas a las cuales puede añadirse la de no haber pro- cedido de común acuerdo en esta cuestión africana portugueses y españoles, produjeron la inobservancia de un tratado que si hubiese sido cumplido por largos años, tal vez a estas horas una gran parte de este litoral sería cristiana y española o lusitana. Las funestas consecuencias de haber permitido que el tratado del año 1463 se redujera a letra muerta pronto se hicieron sentir de una manera lastimosa. En efecto el gobernador de Ceuta D. Pedro de Meneses, conde de Alcoutín, primo- génito de D. Fernando de Meneses marqués de Villarreal, que sucedió a Vieira 157 en el mando de esta Plaza en el año 1512, en los cinco años que la gobernó hizo varias correrías en los territorios de las cabilas fronterizas, llevando por todas partes el terror y el espanto, el despojo y el exterminio. En la que hizo en julio del año 1514 llegó hasta las atalayas de Tetuán y atemorizados sus moradores abandonaron la ciudad, yéndose unos a Fez, y viniéndose otros a Ceuta, entre otros los Barraza, hijos del Alcaide de Tetuán. Claro es que esas hostilidades no hubieran tenido lugar si las relaciones entre moros y portugueses se hubiesen 157.- Se refiere a Pedro Barba Alardo de Vera, que gobernó entre 1509 y 1412. Vid. CARO, op.cit., p.76.

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