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95 6. SOBRE LA DESCRIPCIÓN DEL COCAMA POR PARTE DEL AGUSTINO P. ESPINOSA Y EL DEBATE ACTUAL SOBRE SU TIPOLOGÍA kuika-nu (HF): «aquellos, aquellas» (con deixis de tres grados). Sin embargo, de acuerdo con Faust (1972), ocurre todo lo contrario, el orden no marcado de los SN con demostrativos es N + Dem, como en yanucata-n yuca «tela esa» y, además, el orden es de dos grados (como en inglés). 7 En los criollos el artículo definido se postpone a su núcleo. El cocama, por su parte, carece de artículo. 8 En los criollos el determinante pronominal se postpone a su núcleo, como en «casa-mi». En cocama el determinante posesivo pronominal ha de precederlo: uri-uka, lit . «él casa»/»su casa», dado que el sistema de prefijos personales no se distingue en absoluto del sistema de pronombres (prefijados) personales. 9 En los criollos la expresión «mi cuerpo» reemplaza al identificativo «yo mismo». En cocama existen dos postposiciones en torno al pronombre/pose- sivo, una de origen ignoto, ta-ná , lit. «yo-mismo», y otra de origen quechua, ta-kikin , «yo-mismo», uri-na , uri-kikin , «él mismo, él no más». Por contra, el sustantivo para «cuerpo» es el mismo que se emplea para «carne», tsu , que parece provenir del tupinambá (en guaraní, so»o ). En todo caso, y según nuestros datos, «mi cuerpo» no reemplaza a «yo mismo» en cocama. 10 En los criollos el iterativo se ha fusionado con el completivo, con el progre- sivo o con el futuro. En cocama, la marca específica de futuro es -á y las formas del iterativo y del progresivo son parafrásticas: auxiliado + (auxiliar + morfe- mas de tiempo y modo). El completivo, por su parte, se manifiesta mediante la postposición de origen tupí-guaraní -pa, «todo». Algunas de estas propiedades se dan en lenguas que no son criollos, pero no todas al mismo tiempo, según López García, (1998, p. 156). Aceptemos la descrip- ción de Taylor de modo provisional a efectos operativos. Los rasgos 1), 4), 5) y, tal vez, 6), dependiendo de las descripciones, son propiamente los de una lengua criolla, pero no ocurre lo mismo con los rasgos 2), 3), 7), 8), 9) y 10). De modo que no se puede afirmar que el cocama sea un criollo absoluto : según lo visto, de las diez propiedades gramaticales simultáneas sólo cumple tres o tal vez cuatro. Y es que una cosa es la influencia mutua y otra la tendencia del resultado. Una lengua aglutinante como el euskera (considerada como una lengua aglutinante ais- lada ) ha podido sufrir durante siglos el influjo de lenguas flexivas como el espa- ñol o tendentes a lo aislante, como el francés, sin que su adscripción tipológica aglutinante se haya resentido en exceso. Sin embargo, es posible que algunos de sus aspectos gramaticales originales se hayan visto pigmentados hacia otra deriva. A esta conclusión llegan, por ejemplo, Landa y Elordui (1999) en relación con el vasco en contacto con el español y con otras lenguas. Su tesis fundamental es la de Prince (1992), para quien la posibilidad de per- meabilidad estructural entre dos lenguas depende de la existencia de un previo paralelismo estructural entre dichos sistemas lingüísticos. Es lo que, probable- mente le haya sucedido al cocama: tiene el aspecto predominante de una lengua aglutinante, pero también el aspecto de una lengua cuyas tendencias pueden acer- carse a otros tipos de lenguas en ciertos sectores muy sensibles de su gramática. A esto hay que añadir el hecho de que presente algunos rasgos propios de criolliza- ción. Pero el problema de interpretar que toda lengua fue antaño un criollo, nos envuelve en un silogismo insalvable por tautológico. Los argumentos vendrían a

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