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90 JOAQUÍN GARCÍA-MEDALL según Cabral), sino que podría ser empleado como locativo ( ku-ka , «en la cha- cra»), y hasta como marca clasificadora de los ordinales hasta «cuatro» (salvo en huepe «uno»); (b) el sufijo flexivo - era («subjuntivo» según Espinosa (1935) y Faust (1972), es contrafactual para Cabral (1985; 2002, en prensa); (c) podría- mos decir lo mismo del sufijo locativo, temporal, mediativo e instrumental -pu , entre otros morfemas. Como se ve, el cocama tiene gran cantidad de morfemas con una escasa trans- parencia morfotáctica y poca diagramaticidad, frente a lo que sucede en lenguas amazónicas y andino-ecuatoriales, como el hixkariana (Derbyshire 1979), o el caxi- naua (Camargo 1998), entre otras muchas. 6.4. Para una tipología mixta del cocama Por lo dicho, podemos aventurar una nueva propuesta divergente de las adu- cidas. El cocama es lengua mixta desde el punto de vista léxico (tupí, arahuaco, quechua, español). Remite a otras lenguas amazónicas en lo relativo a la deíxis de género, de América del Norte (yana, nootka, koasati, gros ventre, kûrux) e incluso de Asia, donde una lengua aislante, el birmano, según Salcioli (1999, p. 419), dis- tingue el género (como mínimo) en la 1ª persona. Dietrich (1990, p. 82) considera que la oposición del hablante masculino/femenino constituye una especificidad en algunas lenguas amazónicas del norte, entre las que se cuentan el tapirapé, el kayabí, el awetí y, por supuesto, el cocama (todas ellas con un bajo índice de simi- litud morfológico-sintáctica con el prototipo de las lenguas tupí-guaraníes). El cocama extiende la oposición masculino/femenino más allá del sistema de pronombres personales para crear concordancias de género del hablante entre los demostrativos y en parte de la nomenclatura de parentesco. Se prima al sujeto de la enunciación de acuerdo con su género, luego constituye un ejemplo de sepa- ración tajante entre la 1º persona y la 2.º/3.º (Helmbrecht 1999). En el vector de la identidad del hablante, hay dos tipos de informaciones deícticas personales, la más genérica, relativa a quién habla, y la más específica, relativa a qué sexo posee. Cuando el sujeto de la enunciación y el sujeto del enunciado no coinciden, pue- den darse incluso tres referencias deícticas con el empleo de un mero pronom- bre personal: quién habla, qué género tiene quien habla y qué persona y número tiene el sujeto del enunciado. Son, por tanto, morfemas deícticos sobrecargados en cuanto a la referencia, lo cual no es muy habitual en las lenguas del mundo (Ingram 1978). Pero este pri- mado se neutraliza cuando interviene la oposición entre la 1.ª P.ª PL. INCL. y la 1.ª P.ª PL. EXCL. Se trata, por tanto de un sistema parcial: no todas las personas gra- maticales manifiestan la oposición genérica M/F. Su sistema temporal es simple: presente = Ø (o perífrasis con verbo auxiliar de movimiento, según Espinosa); una forma para el pasado inmediato, otra para el no tan inmediato, otra forma para el pasado remoto y otra forma para el futuro. Hasta aquí, cierto paralelismo con el sistema temporal del guaraní paraguayo (Gar- cía-Medall 2002). Pero las lenguas tupí-guaraníes carecen de un sistema aspec- tual de carácter perifrástico, como el cocama, que emplea estructuras del tipo auxiliado + auxiliar para establecer valores inceptivos inmediatos, frecuentativos,

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