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43 2. Ramon Llull y los colegios de arabistas de las discusiones religiosas, y posiblemente se utilizaban escritos del propio Llull como libros de texto para esta y las otras materias a estudiar. Así se explicaría que su autor no viera necesidad de redactar explícitamente un programa de estudios. Poco después de la clausura de Miramar, a mediados de 1294, se inició el papado de Celestino V, el ermitaño Pietro de Morrone. Cuando en diciembre de ese año, el nuevo papa se encontraba en Nápoles, Llull viajó allí para exponerle sus planes de fundación de colegios políglotas, de conquista de Tierra Santa y de la unifica- ción de las órdenes militares. Nuevamente los intentos de Llull se vieron condena- dos al fracaso: Celestino V, pocos días después del encuentro, renunció al papado y volvió a la vida ermitaña. Pero Llull no desiste, y en 1295 vuelve a exponer sus proyectos al nuevo papa Bonifacio VIII, recibiendo de éste una respuesta negativa y contundente. Después de este nuevo revés, Llull queda profundamente descorazonado; viaja a Paris donde lucha contra el averroísmo y presenta en la Sorbona con cierto éxito su sistema filosófico, además de escribir nuevos libros. En París permanece hasta 1299. A esta estancia parisina sigue otra etapa muy accidentada de su vida con viajes a Oriente y a Chipre, donde enferma gravemente, queda a punto de morir envene- nado por las «medicinas» que le aplican, pero se recupera gracias a los cuidados de Jacques de Molay, el último gran maestre de los Templarios. En los primeros años del siglo XIV lo encontramos sucesivamente en Génova, Barcelona, Mallorca, y en 1305 acompaña al rey Jaime II de Aragón a Montpellier y a Lyon para asistir a la coronación del papa Clemente V, al que acto seguido le presenta sus proyec- tos de misión y de creación de colegios de misioneros políglotas, topándose nue- vamente con el desinterés del papa y de los cardenales. En los últimos años de su vida, Llull viaja otra vez al norte de África, donde disputa sus ideas en público con los sabios musulmanes; es encarcelado a causa de disturbios populares originados por sus prédicas misioneras; es desterrado, y en 1307, en el viaje de vuelta, naufraga cerca de la costa de Pisa, se salva nadando, pero pierde sus libros. A pesar del desánimo que le causaron las sucesivas negativas y el desinterés que habían mostrado papas y príncipes, en 1309 se presenta en Avignon nueva- mente ante el papa Clemente V, que repite su negativa a los proyectos lulianos. Sin embargo, cuando el mismo Clemente V en 1311 convoca un concilio general en Viena del Delfinado, Llull ve la gran ocasión de convencer a los príncipes de la iglesia y les dirige la Petitio Raymundi in concilio generale ad acquirendam Terram Sanctam, en la que vuelve a exponer sus reivindicaciones: la fundación de colegios de lenguas para misioneros en Roma, París y Toledo, la unificación de las órdenes de caballería con el fin de crear un poderoso ejército cristiano que estuviese en condiciones de conquistar Tierra Santa, además de un programa misionero, filo- sófico y moral basado en su Arte . En cuanto a los colegios, el Concilio acordó la fundación de colegios de hebreo, caldeo y árabe en la corte pontificia, en Bologna, París, Salamanca y Oxford en vez de los lugares propuestos por Llull. Sin embargo, estos acuerdos nunca llegarían a ver la luz, y parece que Llull lo vio en seguida.
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