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22 MIGUEL ÁNGEL VEGA CERNUDA Sublime Puerta a Italia, o los beatos Agatángelo y Casiano, evangelizadores y már- tires en la Etiopía del XVII (1638). Un tercer punto de interés misionero lo consti- tuyeron, ya en pleno siglo XVII, siglo de oro de la Orden, los pueblos de los terri- torios que en el siglo XVI habían ganado los descubrimientos y las exploraciones del siglo XVI. A ellos dedicamos nuestra atención al constituir el objeto de refe- rencia de nuestro estudio: el escrito misionero. En cuanto a estos territorios de novedosa antropología y creencias naturalis- tas, la creación del dicasterio romano de Propaganda Fide en 1622 sería un factor decisivo en la expansión de la misión capuchina, aunque ya con anterioridad, los capuchinos han emprendido su actividad entre infieles. Naturalmente, los capuchinos que a finales del XVI obtienen el permiso para salir a misionar fuera de los límites impuestos por el papa Paulo III, solo podían establecerse en aquellos territorios que se podrían calificar de puestos libres, pues- tos menores por supuesto, de la misión católica. Los jesuitas, surgidos en la misma época, no habían sufrido la prohibición papal o, en su caso, real, y les habían tomado la delantera en los territorios todavía no ocupados por franciscanos, dominicos, mercedarios o agustinos, órdenes abanderadas de la misión americana. Tres fueron los ámbitos territoriales en los que la Orden volcaría su afán misio- nero entre infieles, que tardó, más que en despertar, en realizarse: Brasil, el Caribe continental (Colombia y Venezuela) y el África subsahariana (Congo y Angola, sobre todo 17 ). Perentorio es constatar que ni enMéjico, ni en el Perú o Argentina, los capuchinos han tenido una presencia significativa y solo en el siglo XIX logra- ron echar pie en Chile, donde el llamado P. Augusta, fray Félix José (1860-1935), destacó como evangelizador de los mapuches y como lingüista del mapudungun. Por el contrario, en Brasil, la Orden tiene ya una historia de más 400 años, como podremos comprobar a continuación. Resulta superfluo señalar que, desde el primer momento de la misión, los capu- chinos dedicaron una gran atención al aspecto lingüístico. El capuchino soriano José de Carabantes, misionero en Venezuela a mediados del XVII, proponía como regla fundamental de la misión la atención al aprendizaje de las lenguas 18 . 1.3. Contextos de la misión capuchina en la «Francia equinoccial»: términos y estado de la cuestión En efecto, la Orden, en connivencia con empresas territoriales colonizadoras en Francia, Portugal o España, se embarcaría en una evangelización de pueblos originarios en los nuevos territorios a los que, por casualidad o coyuntura históri- cas, le fue permitido el acceso. Huelga decir que, a esas alturas de finales del XVI, las empresas de expansión territorial consistían ya en ajustes de reparto de influen- cia. Y en ese contexto tiene lugar lo que sucede con la empresa evangelizadora de los capuchinos franceses en la llamada «Francia equinoccial». 17 Ver al respecto Teobaldo Filesi/Isidoro de Villapadierna (1978) 18 Ver Metodio da Nembro (1964, pp. 112-115)

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