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206 HUGO MARQUANT con los «alumnos», sino también por la reflexión sistematizadora y didáctica efec- tuada por los mismos preceptores. Y en el caso de Fleury disponemos de varias muestras concretas de ello: 1 Traité du choix et de la méthode des études , par Me Claude Fleury, prêtre , Paris, Pierre Aubouin, 1886 (realizado a partir de 1675) en el que predominan dos aspectos, (1) el histórico (la historia de la educación a partir de los Griegos hasta los humanistas del Renacimiento y (2) el pedagógico (clasificación al mismo tiempo que selección de unos estudios, necesarios, útiles, curiosos e inútiles). 2 Toda una serie de publicaciones de pequeños manuales dirigidos a sus peque- ños alumnos y destinados a fundar sus clases de historia, filosofía, lenguas y literatura: 2.1 L’Abrégé de l’histoire universelle (1676). 2.2 L’Histoire de l’Italie (1678), d’Angleterre (1679) et d’Espagne (1677). 2.3 Mœurs des israélites (1681). 2.4 Mœurs des chrétiens (1681). 2.5 La Vie de la vénérable Mère Marguerite d’Arbouze (1684). Y, por fin, el Catéchisme historique contenant en abrégé l’histoire sainte et la doctrine chrétienne (París, Veuve Gervais Clousier, 1683). Finalmente, me parece que se puede afirmar que tanto la carrera, la vida y los estudios-investigaciones le llevan a Fleury casi naturalmente a la realización de su obra máxima: l’ Histoire ecclésiastique (historia eclesiástica) (20 volúmenes) (París, diferentes editores: Jean Mariette, Pierre Emery, Pierre Aubouyn, Charles Clou- sier, etc.) que ocupan los 30 últimos años de su vida (1690-1720) y que contienen , entre exposición y discurso, la historia de XIV siglos de cristianismo (hasta el con- cilio de Constanza de 1414). En el fondo, en su Catéchisme , Fleury intenta «conciliar», en el sentido de rela- cionar funcionalmente, los tres elementos constitutivos de nuestro triplete y , por otra parte, como lo veremos más adelante el mismo triplete consituye uno de los retos más difíciles para nuestros traductores. Para terminar esta breve presentación de Claude Fleury, dos aspectos perti- nentes, representativos de su personalidad: 1 En 1716, el duque de Orléans (regente) nombra a Fleury confesor del joven Luis XV (antes los confesores reales pertenecían casi siempre a la Compa- ñía) porque Fleury no era ni jesuita, ni jansenista, ni ultramontano y por su fama de erudito y de sabio. Es que a Fleury le tocó una época caracterizada por innombrables tensiones de todo tipo (les «querelles») entre jesuitas y jansenistas, quietistas, católicos y protestantes, ultramontanos y galicanistas o regalistas, constitucionalistas y anticonstitucionalistas, Bossuet y Fénélon, universidades y parlamentos, categorías/clases sociales y otras… creando un ambiente cargado de suspicacia y de prudencia. Pero gracias a su carácter

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