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198 PILAR BLANCO GARCÍA Todos sabíamos que Araba quería venir a Rocafuerte. Nos sorprendió más el rumor de que también Agnaento se animaba a viajar…Por la tarde, al preparar nuestra salida, no sabíamos con certeza de su resolución, pero antes de prender el motor les tuvimos a los dos dentro en nuestra canoa como si fueran tripulantes de la misma 33 . Los jóvenes Huaoraní se convirtieron en mensajeros de paz y hermandad y Monseñor Labaka creía que abrían caminos de hermandad y entendimiento entre los grupos familiares, desterrando los antagonismos existentes 34 . Su amor por esos seres a los que se unió como uno más, pudo más que las ame- nazas que habían proferido aquellos a los que él llamaba sus hermanos. Y así termina su Crónica: Saludo con gran confianza en Dios esta nueva etapa ver- dadera hermandad de pueblos en una ivilización de amor, dentro de esta pequeña par- cela amazónica del Padre 35 . No fue así. No tuvo tiempo de dejarnos documentos donde hubiéramos podido hoy sumergirnos para descubrir una lengua nueva. Su trabajo de campo quedó interrumpido en 1987. Las fotos que nos quedan son testigo de una siembra cuya cosecha nunca veremos escrita. Conocedor del peligro que corría, advertido por Buganey, de que podría ser alanceado. Nada le detuvo, ni a él, ni a la hermana Inés que le acompañaba en esos momentos. ¡Querían ayudar! ¡Querían prestar toda su ayuda! ¿Qué sucedió en su último viaje para hablar con los Tagaeri? Sólo Dios lo sabe. Nosotros sabemos que allí se quedó este misionero, alanceado como otros muchos, acompañado de la hermana Inés, por querer llevar la PAZ y el BIEN por y para una convivencia fraterna. 33 Ibidem . p. 235 34 Ibidem p. 235 35 Ibidem p. 235

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