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194 PILAR BLANCO GARCÍA Pronto se dio cuenta de que no tenían ningún interés en darle facilidades para sus viajes hacia los Huaorani y que además él era un estorbo para los viajes que Sam hacía con turistas. Ellos tendrían que aprender la lengua huao por los apun- tes que llevaban con ellos. Si al principio Mons. Labaka iba solo. Poco a poco le irían acompañando otros padres y algunas hermanas. Ellas sí conocían la lengua. Había llegado el momento de continuar con su verdadera Misión, pero les atenazaba la preocupación del des- conocimiento lingüístico. 13.9. Desplazamientos En su primer viaje por el río Yasuni, poco era el conocimiento de la lengua huao- rani, pero la suma de los conocimientos individuales conseguía allanar un poco el camino. Los monosílabos se iban ampliando. Intentaban hacer frases comprensi- bles que pudieran servir al llegar al territorio Huaorani. Podían emitir mensajes cortos: Huaorani ate pomonipa. ¡Quiñenamai! (estamos viniendo. ¡No tengáis miedo! Inihua, buto mempo; Pahua, buto bara; pomopa (Padre Inhua, madre Pahua, vengo a veros. Yi…oooooo! Les contestan. Araba, buto pomopa. ¡Guiñenamal! ¡Hua caebi!… Entre viaje y viaje volvieron a aparecer los muertos en la petrolera. Y de nuevo llamaron al P. Alejandro sin importarles lo intempestivo de la hora: era medianoche. Padre: seguimos con otro grave problema. Los Aucas tienen cercados y amenaza- dos…La gente está muy nerviosa, necesitamos de sus servicios…. Poco después esta- ban ya en la oficina de Cepe y a las doce en punto contactaron por radio con los sitiados. Y esta fue la conversación: - Padre, dice el topógrafo Aguirre desde las cercanías… esto es terrible… nos han lanzado palos… intentaban cruzar el río, imitando el rugido de los pumas. Hemos encendido una hoguera, según instrucciones recibidas… - Soy el P Alejandro. He vivido varias veces con los Aucas; conozco un poco sus costumbres; ellos también tienen miedo a la selva, sobre todo durante la noche; y he visto que no salen de sus casas, donde permanecen con las puertas cerradas con tablillas de chonta. No les atacarán de noche. Pueden gritarles, en plan de captar simpatía: Huoaroni, ¡guiñenamai! ¡No temáis! ¡ Hua caebi! ¡ Sed buenos! ¡Muchas gracias Padre!; estamos agradecidos a ustedes. Ojalá que nuestros jefes nos instruyan de estas cosas antes de mandarnos a estas soledades. 25 El Padre Alejandro muy preocupado y sin poder dormir les llama a las cuatro y a las cinco ampliando el vocabulario Huao: Hua caebi, sed buenos. Tenonamai, no nos alanceéis. Gabopa, ya nos vamos 26 . 25 Ibidem p. 117-118 26 Ibidem p. 118

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