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191 13. TRADUCCIÓN DE LA CULTURA DE LA AMAZONÍA ECUATORIANA AL ESPAÑOL: LA CRÓNICA DEL CAPUCHINO P. MANUEL LABAKA Se dio cuenta de que todos estaban desnudos y que los que llegaban tenían que estar en las mismas condiciones que los de la casa, por consiguiente, les obligaban a despojarse de sus ropas para que hubiera igualdad y uniformidad. La interculturalidad está presente en su crónica. Si con la lengua no puede comunicarse como quisiera, al menos lo hará con gestos. Monseñor estaba sólo ante un pueblo desconocido en esa noche de Vigilia cantada . Cuando el calor sofocante de la estancia disminuía y el frio empezaba a notarse, se dio cuenta de que la dueña de la casa avivaba el fuego, cantaba y des- pués de comer algo que compartía con los dos mayores, reanudaba su «canto-ora- ción.» Labaka quiso romper el silencio para demostrarles su admiración. El tam- bién cantó una canción «Sachapi canquimi» 15 (La selva es tu mansión). Una can- ción compuesta por el P. Camilo y que le gustaba mucho. Se levantó con una gran alegría y decidió que Inihua y Pahua serían sus padres. Me arrodillé ante Inihua y él puso sus manos sobre mi cabeza, frotando fuerte- mente mis cabellos, indicándome que había comprendido el significado del acto. Hice otro tanto ante Pahua llamándole «Buto bara» (mi madre); ella posesio- nada de su papel de madre, me hizo una larga «camachina» (aconsejar), dándome consejos. Luego puso sus manos sobre mi cabeza y frotó con fuerza mis cabellos. Me desnudé completamente y besé las manos de mi padre y de mi madre Huao- rani y de mis hermanos, reafirmando que somos una verdadera familia. Me vestí de nuevo y ellos comenzaron a preguntarme cómo se llamaban mi padre, mi madre y mis hermanos 16 Su nueva familia quería saber de él y al decirles que su padre se llamaba Igna- cio y su madre Paula, los mismos Huaorani le hicieron caer en la cuenta del pare- cido de los nombres: Ignacio/Iniuha; Paula/ Pahua. Después, reflexionando sobre lo que había hecho, pensó que ese gesto nacido del corazón, esa decisión repentina, no sería muy bien acogido, pensando en los pros y los contras que podía tener para sus superiores y futuros misioneros. Temió ser rechazado si se manifestaba con demasiada rigidez conservando sus costumbres y llegó a la conclusión de que debía manifestarse y comportarse igual que ellos, con toda la naturalidad, aceptando todo lo que ellos hicieran, incluso la desnudez , (no en vano le llamarán el obispo desnudo), todo, excepto el pecado. La integración en la familia permite a Labaka moverse con libertad. Libertad, sí, pero vigilada. Así lo describe en la Crónica: Un día contra lo acostumbrado, me dejaron ir solo cuando me dirigía a bañarme al riachuelo. Aproveché para restregar mi prenda interior en el agua, pues no había jabón y, juntamente con las medias y la toalla la puse al sol, mientras sen- tado a la sombra me dedicaba a mis reflexiones sobre San Pablo: «desnudé- monos de las obras de las tinieblas, vistámonos de la armadura de la fe y ande- mos como en pleno día, con dignidad». Poco duró mi soledad. Casi inesperada- mente se me presentaron dos familias, guiadas por Peigo que tomaron como lo más natural que yo estuviera así. 15 P. Camilo Mújica: Sachapi canquimi , apu diuslla. Canta uyacuni tamia shamucpi. Huairipi, yacupi, allpapi tlacunqui. Canta aduranimi ñuca shuncupi. Aleluya, Jisus. Canta quirinchi. Amen. Canta llaquinchi, Amen. Aleluya. Amén. ( La selva es tu man- sión, el sol tu faz. Te oigo venir. Señor, la lluvia al sonar. El viento, el río, el mar, en tus manos están. Dentro, mi corazón te quiere alber- gar. Aleluya, Jesús, yo creo en Ti Amén. Espero en Ti amén, Te amo, Dios. Amén. 16 Alejandro Labaka: Crónica Huaorani , pp 53 y 54
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