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186 PILAR BLANCO GARCÍA La comunidad de Nuevo Rocafuerte presidida por el Superior Regular y con la presencia del P. José Miguel Goldáraz, decide que el P. Alejandro se desplace al lugar de los hechos, con los siguientes objetivos: -Obtener informaciones verídicas acerca de estas incursiones de los AUCAS . -Visitar a los trabajadores de la zona y -Si se presentase la oportunidad, darse a conocer a los Aucas o Huaorani 2 . El P. Alejandro es como una hoja en blanco. No conoce nada, ni a nadie, en su primer viaje. Su cometido era pacificar a los trabajadores de la empresa para que no huyeran, porque dos de ellos habían pedido la liquidación para despedirse. Estos hombres estaban asustados porque cuando los Aucas los «visitaban» decían: «amigos» y «Pañacocha, Pañacocha, cambio». Señal evidente de que escuchaban las comunicaciones. Además se llevaban todos los enseres que encontraban: mantas, mosquiteros, ropas, hachas, mache- tes, el azúcar que tenían, arroz, latas de sardinas, etc., etc. El P. Alejandro se instaló en la misma carpa de los trabajadores animándoles a proseguir sus trabajos. La segunda noche celebró la Santa Misa y los animaba a ser misioneros escogidos por Dios para: dar de comer al hambriento. Después de este primer encuentro. El P. Alejandro volvió a Pañacocha y a poco de estar allí les comunican por radio que los «amigos» habían vuelto, llevándose todo. Ante las dificultades que se presentaban, el P. Alejandro propuso un plan de integración de los Huoaroni, que podrían llevar a cabo: el Gobierno Nacional, las Compañías Petroleras y Misiones religiosas, el SIL (Instituto Lingüístico de Verano) y Misión Capuchina y que organizarían visitas a los caseríos Huaoroni llevándoles objetos útiles: hachas, machetes, ollas, hamacas, etc, hasta equiparles de todo lo que les gustaba; por último, hacerles saber por un intérprete que, con esa entrega, les irían dando de todo, para que no robasen; y hacerles comprender que, el misionero capuchino estaría allí para ser reconocido en las trochas. Aun cumpliendo esos requisitos, se siguen dando las mismas situaciones y el miedo aumenta entre los obreros de las empresas. Su primer contacto con los Huaoroni, lo relata así el P. Alejandro: Era un 9 de agosto sobre las diez y media de la mañana cuando: -Amigo, amigo- nos gritaron desde el árbol-puente los tres Huaorani, completa- mente desnudos, ceñidos con un simple ceñidor que sujetaba su pene. ¿Escalofrío? ¿Miedo? ¿Alegría? ¿Esperanza? No sé qué corriente inundó todo mi cuerpo. Sólo sé que me incorporé rápido para salir a su encuentro, haciendo un esfuerzo de memoria para recordar algunas palabras. Memo, memo… (hermano, hermano huao)- y estábamos frente a frente. 3 2 Alejandro Labaka, Cronica Huaoroni ., p. 21 3 Alejandro Labaka, Crónica Huaorani , p. 30

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