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175 12. Las culturas de la Amazonía peruana en los escritos misioneros de José Pío Aza:huarayos y arasairis plantear la existencia de un antiguo imperio amazónico. En ese artículo rebate la tesis que la población de la Amazonía fuera fruto de migraciones procedentes de los Andes y defiende su existencia precolombina, basándose en hallazgos arqueo- lógicos (construcciones), históricos (tradiciones y leyendas), etnográficos (carac- terísticas raciales) y filológicos (estructuras y analogías). Sostiene, además, que la región amazónica pudo haber sido la cuna de gran parte de la población suda- mericana (2009, pp. 109 y ss.). Las investigaciones etnográficas del dominico asturiano constituyen, en defi- nitiva, una notable aportación a la antropología amerindia, ciencia moderna que los misioneros han cultivado desde su llegada al continente 10 . Su contribución se suma a las de una larga lista de misioneros que, desde hace siglos y pese a observar el mundo ora desde el etnocentrismo propio de su momento, ora desde un acen- drado relativismo cultural 11 , han venido generando y rescatando con sus humildes anotaciones el conocimiento sobre la América más genuina, conocimiento que hoy permite al menos comprender —si no ya reivindicar su existencia y dignidad— a unas culturas aborígenes, su historia, su lengua, su cosmovisión, sus problemas. 12.4.3. Lingüística Su vocación a la filología era una consecuencia de su espíritu misionero, pues entendía que el mejor apóstol de una tribu era aquel que mejor conociera su idioma (Aza, 2009, pp. 146 y 150); es decir, que era imposible desempeñar la actividad misionera sin el conocimiento de las lenguas aborígenes. Con la comprensión de la lengua se accedía a la comprensión del mundo indígena, y sólo así, dialógica- mente, podía predicarse la doctrina cristiana de forma efectiva. Como se ha comentado, los escritos etnográficos le sirven para introducir los estudios lingüísticos, a los que otorga toda la atención y protagonismo por enten- der, con Leibniz, que «nada presta tanta luz a la investigación de los orígenes de los pueblos como el estudio de las lenguas» (Aza, 2009, p. 132). Por esta razón, no extraña que incluso en los trabajos propiamente etnográficos incluya diversas observaciones de carácter lingüístico, a menudo para «desvanecer ciertas equi- vocaciones que, a fuerza de repetirlas, corren como verdades axiomáticas» (Aza, 2009: 139). Desde sus primeros años de misionero en las regiones de Madre de Dios y Uru- bamba, Aza tuvo especial empeño en tomar notas y apuntes sobre cuantas lenguas de gentes o tribus nativas oía: araonas, pakahuaras, takanas, kabiñas, machiguen- gas, piras, campas, kunibas, shipibas, amahuakas, arasairis, huarayas, huachipai- ris, iñapairis, manchinaris y kotíneris (Aza, 2009, pp. 133 y 460; cf. 145). Pero muy poco fue lo que quedó para la posteridad, pues investigar de forma itinerante en la selva nada tiene que ver con hacerlo entre los anaqueles de una biblioteca, y las infinitas dificultades que debía sortear el misionero a menudo desembocaban en el extravío de cuanto llevaba consigo. 10 Recuérdense, al respecto, a Andrés de Olmos, Francisco de Bobadilla, José de Acosta, Bartolomé de las Casas, Bernardino de Sahagún, Diego de Landa, Diego Durán, Toribio de Benavente, Ramón Pané, Jerónimo de Alcalá o Matías Ruiz Blanco (cf. León-Portilla, 2000; Whiteman, 2004; Vega, 2012; Vega, Pulido y Martino, 2014). 11 En el caso de Aza, el relativismo cultural se deja ver a las claras en «Folklore de los salvajes machiguengas (1927)» (2009, pp. 123-124), en tanto que el etnocentrismo puede observarse, por ejemplo, en su artículo «Lenguas de civilizados y salvajes (1930)» (2009, p. 163).

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