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170 DAVID PÉREZ BLÁZQUEZ 12.3.2. La Era del Caucho y la defensa de los indígenas La situación de las sociedades indígenas de la región está marcada por la época del caucho. No se puede prescindir de este contexto a la hora de comprender el estado en que Aza encuentra a los nativos y comienza su labor. De modo que, más allá de las adversas condiciones naturales y la falta de recursos, los misioneros domi- nicos hubieron de enfrentarse al drama humano que desde finales del siglo XIX había desencadenado en la Amazonía la fiebre del preciado líquido blanco, 2 un fenó- meno que sin duda determinó la actuación de los misioneros en Madre de Dios. Cuando Aza llegó a la selva peruana en 1906, halló una región carente de vías de comunicación e infraestructuras, con una población nativa dispersa, errante y masacrada impunemente por la industria cauchera, que a la sazón experimentaba una actividad frenética y se cebaba en la mano de obra esclava que le proporcio- naban los indígenas. En consecuencia, los intentos de acercamiento eran recibi- dos por lo general con recelo y hostilidad. 3 Con todo, durante las primeras déca- das del siglo XX se consiguió que distintas comunidades nativas de la Amazonía peruana (como los harakbut y los sapiteri) acabaran estableciendo contacto pací- fico con la sociedad occidental por medio de misiones dominicas como la de San Luis del Manu, fundada en 1908 por el propio Aza, 4 o expediciones como las de su correligionario José Álvarez por el río Karene. El padre Aza denunció resueltamente la crítica situación social generada por la explotación cauchera. El 1 de enero de 1912 remitió a su prefecto, monseñor Ramón Zubieta, un detallado informe acerca de las atrocidades que se venían cometiendo, con la intención de presentarlo al Gobierno peruano, que hizo caso omiso de la noticia. El 30 de abril de 1916 escribió al subprefecto del Manu una carta, que se ha convertido en uno de los más elocuentes testimonios misioneros sobre la realidad del caucho y el mercado de seres humanos enMadre de Dios. En ella establecía Aza los principios que guían la acción misionera y su firme posicio- namiento frente a una realidad (correrías, tratas y desmanes) en la que solo cabe una actitud tajante: «A lo que no nosotros nos hemos opuesto y nos opondremos con toda la energía de nuestro ser, no es a las exploraciones sino a las «correrías», a ese asalto a mano armada, que se ha dado a los infelices salvajes; a lo que noso- tros nos oponemos y resistimos, es a ese cúmulo de crímenes espantosos, que se cometen con esos desgraciados hijos de las selvas. En las «correrías» impunemente se roba, se mata, se asesina al indio que no quiere abandonar su choza, se arrancan los hijos de las manos de los padres, y las esposas de los brazos de los esposos con otras mil iniquidades. […] Nos oponemos los misioneros, no a las exploraciones, o sea al reconocimiento de una zona o región, sino a las «correrías», que son la fuente y el origen del escandaloso 2 Durante la denominada Era del Caucho, entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, los pueblos originarios amazónicos fue- ron sometidos a esclavitud, desplazados de sus territorios y severamente diezmados tanto por el trato inhumano que recibían como por la transmisión de enfermedades. En El sueño del celta (2010), Vargas Llosa describe la situación de los abusos cometi- dos por los caucheros, prácticamente en el mismo momento y lugar en que Aza desempeñaba su labor misional. 3 Aún en la actualidad siguen teniendo lugar enfrentamientos con determinados grupos indígenas aislados. 4 Fundada el 4 de octubre de 1908, Aza consiguió que al mes siguiente ya estuviera funcionando una pequeña escuela en aquella misión. Posteriormente otras dos misiones, la de San Jacinto, en 1910 en PuertoMaldonado, y la de San José, en 1918 en Koribeni.
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