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169 12. Las culturas de la Amazonía peruana en los escritos misioneros de José Pío Aza:huarayos y arasairis el vapor llegó al puerto peruano de Callao y, siendo también necesarios predicado- res en el Perú, se decidió que desembarcasen. Aza pasó el resto de su vida (32 años) en las selvas peruanas, donde se entregó por completo a las etnias amazónicas del Madre de Dios y Alto Urubamba, fundando misiones y escuelas, realizando exploraciones geográficas y visitando en continuas expediciones a las diversas tri- bus que poblaban aquellos territorios. Fue nombrado Superior en 1913 y en 1922 rechazó el nombramiento de obispo del Vicariato Apostólico para continuar como misionero de a pie. Murió en 1938, a la edad de 73 años, en Quillabamba (La Con- vención), sin haber vuelto a su tierra natal más que de visita en una sola ocasión. 12.3. Misiones dominicas en la Amazonía peruana 12.3.1. Misiones dominicas en la Amazonía peruana Como se ha comentado, Aza desarrolló su actividad investigadora y misional principalmente en la región amazónica del Madre de Dios, en el sureste del Perú, donde concurren sus fronteras con Bolivia y Brasil. Se trata de una extensa región selvática, impenetrable hasta prácticamente el siglo XX, en la que aún viven gru- pos indígenas aislados. Aunque mercedarios, franciscanos y jesuitas pasaron antes por la región, fue- ron los misioneros dominicos quienes con mayor ahínco se dedicaron a la explo- ración y estudio de este territorio. El 1 de mayo de 1894, el papa León XIII escribía a los obispos de Perú instándoles a promover la evangelización de los nativos de la selva peruana. En 1900 ya se había dividido el Oriente peruano en tres prefec- turas apostólicas (luego elevadas a vicariatos apostólicos), dejando una de ellas, la de Santo Domingo del Urubamba y Madre de Dios (actualmente de Puerto Mal- donado, con una extensión que excede los 130.000 km 2 ), confiada a los domini- cos, y en 1906 a los dominicos de la Provincia de España. Los primeros en internarse en la selva, hacia 1902, fueron el padre Ramón Zubieta y sus colaboradores misioneros, iniciando la obra de evangelización, las exploraciones, los estudios etnográficos y las fundaciones. Su presencia en la región desde inicios del siglo XX supuso, en efecto, una sig- nificativa aportación ya no solo a los pueblos indígenas —toda vez que fueron los primeros en implementar servicios de educación y salud—, sino también al cono- cimiento de sus culturas, sus lenguas, su historia y su forma de vida (Aza 2009, p. 31). En particular, su trabajo consistió en evangelizar y dar impulso a todo lo que pudiera redundar en beneficio de la región, tanto desde el punto de vista intelec- tual y moral como material; fomentando asociaciones de beneficencia, abriendo consultas médicas y escuelas, pero también ilustrando la historia del Departa- mento del Madre de Dios y publicando nuevos datos sobre estos territorios en la antigüedad (Aza 2009, p. 75).

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